Pues sí, casi cuatro minutos a más de 35 grados en uno de los mediodías que pasé en la Feira do Libro de Vigo me tiré apuntando a una gaviota que estaba posada en un balcón justo encima de mí. Os podéis imaginar con qué cara me miraba la gente mientras yo esperaba que el pajariño tuviese a bien echar a volar. Lo cierto es que fue una satisfacción conseguir el disparo cuando ya estaba a punto de darme por vencido…