Última entrega de Xataca Foto para el eterno debate acerca de la calidad:
¿De verdad necesitamos tanta calidad a la hora de comprar nuestro equipo fotográfico?
Siempre es interesante conocer y divagar acerca de lo que cada uno de nosotros entiende por "calidad", no porque eso vaya a tener la menor trascendencia más allá de las meras y simples opiniones que, como todo el mundo sabe, son como los culos: cada cual tiene uno. Sin embargo, siempre es posible encontrar algunas que, cuando menos, nos hagan sonreír (porque siempre es mejor tomarse a broma algunas "interpretaciones" ajenas que enfadarse por ellas). Recientemente he abandonado un foro, entre otras cosas porque en él las críticas a determinadas marcas o modelos acaban siendo cuestiones personales para los poseedores de las mismas. Suelen ser los mismos que, sin embargo, hacen de la "calidad" algo inherente a la mera posesión de esas marcas y modelos como "lo mejor de lo mejor", razón por la que interpretan las críticas como una herejía. Eso ha venido ocurriendo con Olympus, como también ha ocurrido con Canikon, por ejemplo, durante muchos años desde lo analógico. Sin embargo, las recientes disputas por la nueva moda del Formato Fabuloso (léase "Fulfreim") ? han derivado en ese concepto de "calidad" asociado al tamaño del sensor. Primero fue Sony la que se atrevió con ese formato en mirrorless, aunque no demasiado afortunada ya que sus sucesivos modelos de la A7 no fueron novedades o actualizaciones de su catálogo sino, más bien, "correcciones de errores" de sucesivas y fallidas ediciones hasta la aparición, por fin, de un modelo que podríamos llamar "redondo" (aunque tardío) como la A7 III. Claro que, en ese camino, fueron sus usuarios los paganos de esa "corrección de errores" nunca reconocida como tal. La reacción de Canikon ante las expectativas del Fulfreim ha sido tardía e, incluso, precipitada. Y a ellos se ha unido Panasonic con unos modelos aún más "tochos" que las réflex tradicionales, evidentemente dirigidas al mundo profesional y, me temo, olvidando al aficionado, tal vez para no ser competencia propia de su formato micro 4/3.
Ante esa avalancha Fulfreim, Fuji ha dado un golpe de autoridad en la mesa con su formato medio que, aunque evidentemente dirigido al nicho profesional, también será el oscuro objeto del deseo de esos ilusos que gustan de enfrascarse en la pelea interminable por ver "quién la tiene más grande", en una opción facilona con la que alimentar su ego. Siempre habrá quien, de verdad, piense que su fotografía mejorará con otra cámara "mejor", en lugar de aceptar, con humildad, que las limitaciones están en él. Como también seguirá habiendo quien se conforme con esa imagen de fotógrafo que le otorga llevar colgada del cuello una Leica, aunque tan sólo la pasee y no se le conozca una sola fotografía.
Como rezaba la firma de un compañero de foro: "Lo malo de mis fotografías es que las hago yo". Y justamente ahí, en esa humilde confesión, comienza la mejor forma de aprendizaje en el concepto real de "calidad".
¿De verdad necesitamos tanta calidad a la hora de comprar nuestro equipo fotográfico?
Siempre es interesante conocer y divagar acerca de lo que cada uno de nosotros entiende por "calidad", no porque eso vaya a tener la menor trascendencia más allá de las meras y simples opiniones que, como todo el mundo sabe, son como los culos: cada cual tiene uno. Sin embargo, siempre es posible encontrar algunas que, cuando menos, nos hagan sonreír (porque siempre es mejor tomarse a broma algunas "interpretaciones" ajenas que enfadarse por ellas). Recientemente he abandonado un foro, entre otras cosas porque en él las críticas a determinadas marcas o modelos acaban siendo cuestiones personales para los poseedores de las mismas. Suelen ser los mismos que, sin embargo, hacen de la "calidad" algo inherente a la mera posesión de esas marcas y modelos como "lo mejor de lo mejor", razón por la que interpretan las críticas como una herejía. Eso ha venido ocurriendo con Olympus, como también ha ocurrido con Canikon, por ejemplo, durante muchos años desde lo analógico. Sin embargo, las recientes disputas por la nueva moda del Formato Fabuloso (léase "Fulfreim") ? han derivado en ese concepto de "calidad" asociado al tamaño del sensor. Primero fue Sony la que se atrevió con ese formato en mirrorless, aunque no demasiado afortunada ya que sus sucesivos modelos de la A7 no fueron novedades o actualizaciones de su catálogo sino, más bien, "correcciones de errores" de sucesivas y fallidas ediciones hasta la aparición, por fin, de un modelo que podríamos llamar "redondo" (aunque tardío) como la A7 III. Claro que, en ese camino, fueron sus usuarios los paganos de esa "corrección de errores" nunca reconocida como tal. La reacción de Canikon ante las expectativas del Fulfreim ha sido tardía e, incluso, precipitada. Y a ellos se ha unido Panasonic con unos modelos aún más "tochos" que las réflex tradicionales, evidentemente dirigidas al mundo profesional y, me temo, olvidando al aficionado, tal vez para no ser competencia propia de su formato micro 4/3.
Ante esa avalancha Fulfreim, Fuji ha dado un golpe de autoridad en la mesa con su formato medio que, aunque evidentemente dirigido al nicho profesional, también será el oscuro objeto del deseo de esos ilusos que gustan de enfrascarse en la pelea interminable por ver "quién la tiene más grande", en una opción facilona con la que alimentar su ego. Siempre habrá quien, de verdad, piense que su fotografía mejorará con otra cámara "mejor", en lugar de aceptar, con humildad, que las limitaciones están en él. Como también seguirá habiendo quien se conforme con esa imagen de fotógrafo que le otorga llevar colgada del cuello una Leica, aunque tan sólo la pasee y no se le conozca una sola fotografía.
Como rezaba la firma de un compañero de foro: "Lo malo de mis fotografías es que las hago yo". Y justamente ahí, en esa humilde confesión, comienza la mejor forma de aprendizaje en el concepto real de "calidad".