Diario de un viaje a Mallorca. Día 3: Catedral de Palma, Playa de Es Trent, Camp de Mar.

Hoy el tiempo se anunciaba nublado y pensamos que era una buena opción visitar la Catedral de Palma, que evidentemente estaba entre nuestros imprescindibles para visitar.

Al amanecer alguna nube pero muy soleado, desayunamos tranquilamente y más tarde de lo previsto nos dirigimos a Palma. Nuestro destino el aparcamiento junto a la Catedral ya que aparcar no es fácil y no queremos perder tiempo buscando sitio o arriesgarse a una multa. A las 11 de la mañana hay cola para entrar, se anuncia un día ajetreadillo...

Al salir del parking una vista maravillosa de la Seu nos recibe y se impone la foto de rigor. Ya se arremolinan o dirigen hacia ella cientos de turistas muchos de ellos desembarcados desde un par de cruceros. Es la cuota que debemos de pagar por hacer más accesibles los viajes vacacionales.

Tras el correspondiente paso por taquilla y comprar la audioguia entramos en la Catedral. En dos palabras: IM - PRESIONANTE! Su belleza exterior es incuestionable pero la interior nos deja sin palabras.

Una pequeña crítica al que ha hecho la audioguia: no sugiere un itinerario sino que los capítulos a escuchar están un poco al tun tun, tienes que buscar el sitio, buscar la foto y darle al play. No cuesta nada poner un numerito como en muchos otros monumentos del mundo.

Pese a estar hecha con piedra caliza y frente al mar, las peores condiciones posibles, ahí está y se mantiene, rompiendo estadísticas, visible desde el mar , que en su día llego a romper a sus pies.

Gaudí, Barceló, tantos genios han pasado por ella creando maravillas como el baldoquino único en el mundo y dicen, prototipo del que hay en la Sagrada Familia. Por favor buscadlo en Google.

Los rosetones (dos, uno en cada extremo) rompen records y el mayor anda ahí ahí con el de Notre Dame para conseguir el récord Guiness del más grande del mundo gótico. Perdonad si meto la pata que lo haré ya que me cuesta retener tanto dato.

Los arbotantes permiten levantar muros más altos y finos, desplazando la fuerza hacia el exterior. Las amplias vidrieras aportan luz al interior con sus vidrios emplomados multicolor. Cada esquina acogen alguna obra de arte.

La multitud sigue en el interior. Grupos de turistas, estudiantes, algunos muy jóvenes, se arrodillan y rezan juntos. Todos tiramos fotos con nuestros teléfonos móviles y algunos con cámaras.

Es imposible describir en un rato las impresiones de esta visita y solo puedo recomendarla encarecidamente a cualquiera que pase por Palma.

Salimos y las calles aledañas están repletas de gente.. (como estará esto en verano..?) Y tras un breve paseo recogemos el coche y nos dirigimos a la playa de Es Trent que nos han dicho que es muy salvaje y bonita. Se nos ella la hora de comer y desde el coche reservamos para comer en el Bar Esperanza, cerca de la playa de Ses Covetes.

El sitio es un chiringuito a cerca del final de la carretera y entre algunas casas. Tiene un aspecto un poco destartalado, al que contribuye que tiene varios elementos de madera como el suelo o una especia de mesa hecha con cajas recicladas de madera en un ambiente entre grunge , jipi y pijo (no sabría incluirme en ninguna de estas categorías vaya por delante).

El personal super amable nos toma nota y nos sentamos una mesa con sol y sombra. Corre un airecito de vez en cuando que te obliga a tirar de cazadora o jersey.

No es barato, especialmente los cócteles, pero se respira un ambiente de paz, tranquilidad y relax que, como la tarjeta MasterCard, no tiene precio.

Nos traen la comida y está muy rica: hamburguesa de angus y wok de verduras con tallarines y pollo. Una copita de vino del Penedés y cervecita. Esto es vida.

Lo mejor, amén de la amabilidad del personal y la comida, es la música. Una mezcla de música negra combinando melodías con ritmos más dinámicos ente jazz, blues y rythm and blues que es una maravilla. Acierto pleno.

Nos dirigimos a la próxima playa de Es Trent. Está protegida la zona por lo que no hay construcciones y parece una playa virgen. Un operario trabaja en reparar una especia de vallado. Poquísima gente, unas chicas muy jóvenes se bañan valientes, algunas familias, parejas con perros, un nudista tomando el sol (boca abajo) y nos damos un largo paseo por la orilla con los pies descalzos. El agua tiene efectivamente un color turquesa pero el día se ha nublado un poco y no se aprecia tan bien.

Leemos un cartel que explica el intento de conservar las playas y sus dunas. Ganarán la batalla al efecto depredador del hombre?

Carretera y manta de vuelta a casa a descansar un rato. Tras un breve descanso y antes de que nos entre el cansancio nos vamos a pasear cerca del apartamento a tomar algunas fotos de la cala y sus alrededores.

Se vislumbran alguna urbanizaciones muy bonitas y no parecen desde luego muy baratas. Se ve poca gente. Es una zona tranquila y bien cuidada.

Nos sentamos frente al mar y un señor parece meditar frente al mar, sentado en medio del mar sobre una especie de antiguo espigón arriesgándose a que una ola le de un buen remojón.

Nos vamos a casa a cenar y descansar. Se respira mucha paz y tranquilidad.
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