Ay Lucas, Lucas... ¡Nun sé qué facer contigo...!
Vamos a ver. El caso ye que el Ayuntamiento de Oviedo ha tenido que atender económicamente a miles y miles (y miles) de personas que han tenido cienes y cienes (y cientos) de traumatismos psicológicos (y psiquiátricos) por aquello del mareo por bamboleo que generaba antañu el va-y-ven del maldito puentecillo..., y entonces tuvo que encargar a unos ingenieros muy ingeniosos que suspendieran en todo el perímetro del puente (y un cachín más por delante y otro por atrás), que suspendieran, digo, la mismísima Ley de Gravitación Universal... Y como consecuencia de todo ello, ahora se pasa por ese puente como si un par de Xianas te llevaran volandas por él, sin congojas ni desmayos ni vomitonas...
Así ye, ni más ni menos.