En términos generales, la foto en sí me gusta mucho: por su clasicismo, cuidando muy mucho los volúmenes y repartiéndolos equilibradamente; por su virado al marrón (que casi siempre me agrada); por su iluminación, un híbrido de luz intimista y luz franca y sin secretos; por su llamamiento, en cuanto al tema, a un fondo (lo hermano de la forma) libresco y ceramístico...
Pero...
Pero le falta el alma. ¿Dónde está el escritor leyendo, o el artista escribiendo, o el fotógrafo preparando sus bártulos, o el cocinero hablando con otra persona...?