Para gustos, los colores. Pero cada cual tiene sus prioridades a la hora de decantarse por una determinada cámara. Y en las mías, la pantalla ocupa siempre el último lugar. Preferiría siempre accesos directos a lo que considero fundamental, que navegar por los menús para buscarlo. Me sobran muchas, muchísimas cosas: velocidad de ráfaga (con 4 o 5 por segundo me basta y sobra), megapíxeles (no más de 16 o 20), detección del rostro o enfoque al ojo, vídeo... Obviamente no estoy hablando de cámaras para profesionales. Pero, francamente, no creo en esa bicoca de que los fabricantes renuncien a eso de vendernos lo que no necesitamos.