No lo ve venir. En la exposición de Margaret Watkins

Pues me gusta. Ha quedado un interesante juego de tríos. Apurada al borde pero queda muy bien compensado porque has mantenido la misma distancia arriba que abajo.
 
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Obsérvense las reducidas dimensiones de las fotografías expuestas, que dejan en mantillas toda preocupación obsesiva por la máxima resolución de las imágenes y, por lo tanto, resta importancia al tamaño del sensor y a esa guerra de megapíxeles que nos venden los fabricantes. Obviamente se imponen los contenidos a los continentes, la idea, la expresión, la composición, la mirada de la artista fotógrafa sobre otros conceptos de la época, inquietudes que son perfectamente trasvasables a la actualidad para desmitificar esa obsesión por la perfección de la imagen, una perfección que no es más que un recurso de marketing. La diferencia entre un fotógrafo o artista fotógrafo y quien no lo es estriba en dar importancia al contenido en lugar de al continente.
 
Obsérvense las reducidas dimensiones de las fotografías expuestas, que dejan en mantillas toda preocupación obsesiva por la máxima resolución de las imágenes y, por lo tanto, resta importancia al tamaño del sensor y a esa guerra de megapíxeles que nos venden los fabricantes. Obviamente se imponen los contenidos a los continentes, la idea, la expresión, la composición, la mirada de la artista fotógrafa sobre otros conceptos de la época, inquietudes que son perfectamente trasvasables a la actualidad para desmitificar esa obsesión por la perfección de la imagen, una perfección que no es más que un recurso de marketing. La diferencia entre un fotógrafo o artista fotógrafo y quien no lo es estriba en dar importancia al contenido en lugar de al continente.
No se Enrique, suelo estar de acuerdo con vos, pero en este caso, no se. Elegir un formato ultra pequeño no deja de ser un recurso técnico. Creo que la fotografía digital y su progresión casi desbocada no pone en el compromiso de estar a su altura, de ser capaces de producir al ritmo de las transformaciones que el progreso técnico genera.
Por otra parte, lo que es aun más loco, y en el mismo sentido, Margaret Watkins y Antonio Ruiz logran, ambos, estar a la altura del progreso técnico, protagonizando una foto que no si habría sido posible hace 70 años, por decir algo. Entonces no se si estoy de acuerdo con vos pero al cabo estoy de acuerdo. Es muy complejo estar en posición de hacer lo que a uno le da la mismísima gana, eso de tener que pensarlo todo, y a la vez pensar en nada...
 
Obsérvense las reducidas dimensiones de las fotografías expuestas, que dejan en mantillas toda preocupación obsesiva por la máxima resolución de las imágenes y, por lo tanto, resta importancia al tamaño del sensor y a esa guerra de megapíxeles que nos venden los fabricantes. Obviamente se imponen los contenidos a los continentes, la idea, la expresión, la composición, la mirada de la artista fotógrafa sobre otros conceptos de la época, inquietudes que son perfectamente trasvasables a la actualidad para desmitificar esa obsesión por la perfección de la imagen, una perfección que no es más que un recurso de marketing. La diferencia entre un fotógrafo o artista fotógrafo y quien no lo es estriba en dar importancia al contenido en lugar de al continente.
Pero...¿de verdad sigue alguien obsesionándose con esas tonterías?
Si es así, el problema no está entonces en tamaños, resoluciones y nitideces.

Sin ser ni de lejos nada cercano a un psicoanalista, sospecho que cualquier obsesión -y estas por supuesto- sólo denotan inseguridades no superadas.

Los fabricantes (los responsables de su marketing más bien), los "embajadores" , yutubers, influencers, reviewmakers, blogueros y demás fauna interesada, pueden vendernos lo que sea (lo que les alimente el bolsillo o el ego, en realidad). Pero...ya tenemos una edad y una madurez y un criterio propio, ¿o no?.

Esa es la cuestión (en mi modesta opinión).
 
La mejor prueba de la relativa o nula importancia que tienen los "tamaños", tanto de las fotos expuestas o exhibidas como de los sensores con las que han sido hechas y su resolución, la tenemos en Flickr, por ejemplo, mirando las fotografías hechas con una modesta Ricoh GX200 y su sensor 1/1.7, o con su antecesora, la GX100. Por ejemplo, las tuyas, Jota, o las de Yoguimetal. Y a eso me refería: sigue siendo una auténtica gozada salir a la calle con esa camarita que, con el tiempo, ha demostrado ser lo mejorcito de su época. Incluso te diría que no le haría ascos a obtener otra si saliera la ocasión... para un "por si acaso".
 
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