Rima VII. Gustavo Adolfo Bécquer
Del salón en el ángulo oscuro,
De su dueña tal vez olvidada,
Silenciosa y cubierta de polvo,
Veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas.
Como el pájaro duerme en las ramas.
Esperando la mano de nieve
Que sabe arrancarlas!
¿Ay!, Pensé, ¡cuántas veces el genio
Así duerme en el fondo del alma
Y una voz, como Lázaro, espera
Que le diga “levántate y anda”!
Soliloquio- Variación.
La muchacha que espera impaciente,
En el otro rincón de la estancia,
La llegada del hombre prudente
Que un día la amara
¡Cuántos días pasaron en vano!
¡Cuántos meses ella lo esperara!
Sin que hiciese ademán, tan siquiera,
De acercarse y abrazar el arpa.
¿Ay!, Pensé, ¡las veces que el olvido
Adormece la pasión del alma.
Y él espera la voz de la niña
Que le pida “¡ven pronto a mi casa”.
Del salón en el ángulo oscuro,
De su dueña tal vez olvidada,
Silenciosa y cubierta de polvo,
Veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas.
Como el pájaro duerme en las ramas.
Esperando la mano de nieve
Que sabe arrancarlas!
¿Ay!, Pensé, ¡cuántas veces el genio
Así duerme en el fondo del alma
Y una voz, como Lázaro, espera
Que le diga “levántate y anda”!
Soliloquio- Variación.
La muchacha que espera impaciente,
En el otro rincón de la estancia,
La llegada del hombre prudente
Que un día la amara
¡Cuántos días pasaron en vano!
¡Cuántos meses ella lo esperara!
Sin que hiciese ademán, tan siquiera,
De acercarse y abrazar el arpa.
¿Ay!, Pensé, ¡las veces que el olvido
Adormece la pasión del alma.
Y él espera la voz de la niña
Que le pida “¡ven pronto a mi casa”.