Me cuesta mucho hacerme a la idea de no subir, como cada año, a mi encuentro con el otoño ordesano. Pero los dos últimos años han sido frustrantes, devastadores para el buen ánimo con el que volvía a ese reencuentro porque la sequía había hecho estragos en la arboleda y en el caudal de los ríos, tan escaso que donde otros años había logrado jugar con el agua sedosa en pequeños saltos y pasar buenos ratos con el trípode, apenas encontraba unos hilillos de agua sin el menor encanto.
Este año de pertinaz sequía es fácil aventurar que las condiciones del otoño no van a ser mejores. Por eso me planteo la alternativa de acudir a otro lugar que, para mi, encierra también un interés que no acierto a explicar: es como si algo me llamara a acudir periódicamente a esa atormentada y retorcida tierra que me seduce con sus tremendos contrastes: el Maestrazgo, una comarca que tiene un particular microclima por su situación orográfica y que este año viene siendo regada en abundancia, por lo que cabe adivinar un otoño deslumbrante que invita a largos paseos por sendas coloridas y con la compañía del borboteo del agua a cada paso. ¡Os lo recomiendo! Parajes como el nacimiento del río Pitarque (al que se accede por una cómoda y colorista senda de apenas 5 km. que cruza una cascada que parece surgir de la nada), o los órganos de Montoro, o los estrechos de Valloré, en Montoro de Mezquita, o el parque geológico de Aliaga, o los paseos por pueblos con encanto como Mirambel, Villarluengo, Cantavieja, Iglesuela del Cid o, a la entrada de la comara, los pueblos de Mora de Rubielos o Rubielos de Mora... u Olba (patria chica de Pertegaz). En fin... una comarca muy poco conocida o frecuentada por el turismo de horda que ya agobia tanto en Ordesa, especialmente en verano o durante el puente de Todos los Santos.
En fin: he querido compartir con vosotros mis dudas con mis dos "amores" otoñales predilectos. Esperaré a ver la deriva que toma el tiempo antes de decidir dónde acudir este año, sin olvidar otra alternativa mucho más cercana que también está siendo beneficiada por los aguaceros hasta el punto de que, desde hace meses, afloran fuentes y nacimientos de agua que habían permanecido secos durante veinte años: el entorno de la Sierra Aitana y la montaña alicantina, mi terreta.
Este año de pertinaz sequía es fácil aventurar que las condiciones del otoño no van a ser mejores. Por eso me planteo la alternativa de acudir a otro lugar que, para mi, encierra también un interés que no acierto a explicar: es como si algo me llamara a acudir periódicamente a esa atormentada y retorcida tierra que me seduce con sus tremendos contrastes: el Maestrazgo, una comarca que tiene un particular microclima por su situación orográfica y que este año viene siendo regada en abundancia, por lo que cabe adivinar un otoño deslumbrante que invita a largos paseos por sendas coloridas y con la compañía del borboteo del agua a cada paso. ¡Os lo recomiendo! Parajes como el nacimiento del río Pitarque (al que se accede por una cómoda y colorista senda de apenas 5 km. que cruza una cascada que parece surgir de la nada), o los órganos de Montoro, o los estrechos de Valloré, en Montoro de Mezquita, o el parque geológico de Aliaga, o los paseos por pueblos con encanto como Mirambel, Villarluengo, Cantavieja, Iglesuela del Cid o, a la entrada de la comara, los pueblos de Mora de Rubielos o Rubielos de Mora... u Olba (patria chica de Pertegaz). En fin... una comarca muy poco conocida o frecuentada por el turismo de horda que ya agobia tanto en Ordesa, especialmente en verano o durante el puente de Todos los Santos.
En fin: he querido compartir con vosotros mis dudas con mis dos "amores" otoñales predilectos. Esperaré a ver la deriva que toma el tiempo antes de decidir dónde acudir este año, sin olvidar otra alternativa mucho más cercana que también está siendo beneficiada por los aguaceros hasta el punto de que, desde hace meses, afloran fuentes y nacimientos de agua que habían permanecido secos durante veinte años: el entorno de la Sierra Aitana y la montaña alicantina, mi terreta.