Dejo esto, que se me olvidó antes.
Pablo Castro García. El filósofo reflexiona para LF sobre cómo el sujeto moderno normalizado (racional y productivo) se había construido por el contraste con el sujeto de la locura (irracional e improductivo, además de inmoral).
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La portada del número es para Roger Ballen que personalmente me interesa bastante.
Pienso que el Magazzine ha encargado un texto enfocado en la locura, porque vende más, y no está mal, verás, son los típicos textos por encargo, pero tanto Roger Ballen como los dos fotógrafos que veo referenciados en la entrada, se enfocan hacia lo macabro con diferentes matices. Lo macabro es precisamente una de las grandes barreras que la gente en nudo se autoimpone. En la sombra del padre tenemos que ser buenos y lo macabro es el mal representado en su iconografía.
Fotografiar algo que les pueda resultar macabro no es una posibilidad. Esa inmovilidad de ceñirse a una idea de lo bello-bueno les impide describir el mundo. Simplemente se limitan a ser un eco de un bien representado y eso es el bien para ellos, nada más, una mera apariencia de las cosas.
Me gusta bastante que en la película Matrix el Oráculo sea un ama de casa. Esa ruptura iconográfica es lo que para mi es interesante en la fotografía.
Les Krims, Diane Arbus o Toiletpaper serían ejemplos clarísimos de la conjugación de lo macabro con el humor, mucho más en consonancia en mi opinión con el trabajo de Roger Ballen. Pero es que Robert Frank también es macabro.
Calibrar ese punto de lo siniestro freudiano -o el extrañamiento- para mi es de las cosas más importantes cuando abordamos la representación y se hace con cachondeo. Cuando un escultor hace un crucificado lo hace con cachondeo. La risa es algo que no se puede enseñar, no te pueden enseñar cómo reírte o cómo llorar o cuando, a no ser que seas tan absolutamente zoombie como para creerte tus propias mentiras.
Esas personas que no calibran la enunciación o sus propios humores, porque su mapa está constituido por mentiras fáciles para un padre benevolente, no es que no deberían tirar la toalla, es que no la deberían de haber cogido nunca. La propia censura en la que viven la extienden a los demás y son realmente malos, no aparentemente, sino en sus actos.
