Es un callejón, más bien medianera entre dos casas del barrio del Pópulo, la zona correspondiente a la época medieval de Cádiz. Fue descubierto no hace aún demasiado tiempo. Es un callejón curvado, como casi todas las calles de Cádiz, diseñadas para combatir al viento. (Cádiz es un paraíso entre dos mares: la "mare" que parió al levante, y la "mare" que parió al poniente). Si preguntáis a cualquier "gadita", os podrán contar unas cuantas leyendas al respecto, pero la más repetida es la que cuenta la historia de un capitán francés, cuando las tropas napoleónicas tenían sitiada a la amurallada ciudad de Cádiz, se enamoró perdidamente de una gaditana, que, a su vez, tenía a su novio prisionero de los franceses, así que, para conseguir liberarlo, consintió en el juego. El capitán se jugaba el tipo todos los días entrando en la ciudad para verse con la chica en nuestro callejón. Con lo que no contaba nuestra heroína era con enamorarse ella a su vez del militar francés, así que los encuentros eran cada vez más apasionados y con menos precauciones, hasta que sucedió lo inevitable y fueron sorprendidos, capturados y ajusticiados. Hay quien dice que aún hoy, en el Día de los Difuntos, de madrugada se escuchan los lamentos de la pareja, condenada a llorar su amor interrumpido cruelmente.