Doña Olivia tiene 88 años.
Siempre trabajo con las manos y la espalda hasta que la vejez y la enfermedad la alcanzaron.
Fue dura con su familia pero les enseñó que en esta vida nadie te regala nada y que tienes que pelear y defender lo tuyo con uñas y dientes.
Ahora le cuesta mantenerse de pie, le tiemblan las manos y es consciente de que los recuerdos empiezan a borrarse y que un día no sabrá quiénes son las personas que la rodean. Pero los días que está lúcida los llama para disculparse por su mal genio y que fue como fue, porque la vida te come si no eres asi.
Doña Olivia es mi abuela.
Siempre trabajo con las manos y la espalda hasta que la vejez y la enfermedad la alcanzaron.
Fue dura con su familia pero les enseñó que en esta vida nadie te regala nada y que tienes que pelear y defender lo tuyo con uñas y dientes.
Ahora le cuesta mantenerse de pie, le tiemblan las manos y es consciente de que los recuerdos empiezan a borrarse y que un día no sabrá quiénes son las personas que la rodean. Pero los días que está lúcida los llama para disculparse por su mal genio y que fue como fue, porque la vida te come si no eres asi.
Doña Olivia es mi abuela.