El sueño eterno

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Fuji X100S (1/500s, f.4, ISO 200)

DSCF1558.jpg
 
Bufff, vaya ganas de poner a ese angelito encima de una tumba...no me dan envidia aquellos que disfrutan del turismo de cementerio, no le veo la gracia, aunque he visitado algunos famosos.

Buenas imagen, @jotah

Un saludo,
 
A mi tampoco me gustan los cementerios, aunque cuando no son de obligada visita los veo con otro punto de vista. A veces hasta disfruto de la visita y me parecen muy fotogénicos.
El árbol me corta un poco la lectura, pero me gusta lo que veo.
Saludos
 
Bufff, vaya ganas de poner a ese angelito encima de una tumba...no me dan envidia aquellos que disfrutan del turismo de cementerio, no le veo la gracia, aunque he visitado algunos famosos.

Buenas imagen, @jotah

Un saludo,
A mi tampoco me gustan los cementerios, aunque cuando no son de obligada visita los veo con otro punto de vista. A veces hasta disfruto de la visita y me parecen muy fotogénicos.
El árbol me corta un poco la lectura, pero me gusta lo que veo.
Saludos
Muchas gracias a los dos por comentar. En alguna visita, siempre y cuando no haya nadie a la vista, aprovecho para hacer alguna foto que me parece interesante.
Coincido en que el árbol estorba. Tenía que haber repetido la foto en próxima visita buscando otro encuadre. En vez de eso, he pasado horas intentando clonarlo, o aclararlo para que tuviese algo de detalle y no fuese una mancha, pero ningún resultado me ha convencido.
Un saludo.
 
Pues a mi, en general, me gustan los cementerios e intento ser respetuoso con el tema fotográfico, pero es difícil entrar en uno y no tener tentaciones. En los cementerios hay muchas historias y uo empieza a imaginar la vida que tuvieron la gente...
 
Hay algunos cementerios con esculturas más bonitas que muchos museos, creo que no es irrespetuoso sacar fotos en un cementerio mientras no se esté celebrando un entierro, si pasáis por comillas os recomiendo visitar el cementerio viejo.
 
Ese blanco y negro me maravilla. Los cementerios también. Suelo ir más de una vez al año al cementerio, pasear en ese silencio y disfrutar de la arquitectura y el diseño de los espacios. Suelo visitar los cementerios que me llaman la atención (los cementerios gallegos en pequeños pueblos me parecen verdaderas joyas). Desde hace ya años, cuando vivía en el norte, me encantó conocer el sentido del nombre cementerio: hilerria (el pueblo de los muertos). Me parece muy bonito esa forma de tenerlos “en el pueblo de al lado”.
 
Me gusta la foto. Una pena el ciprés-mancha del fondo.

No con mucha frecuencia, pero me gusta pasear tranquilamente por los cementerios, detenerme a leer las lápidas, las dedicatorias, las fotografías que adornan los nichos, todas iguales, todas diferentes. El fotógrafo debió hacer una fortuna y eso que el Photoshop es relativamente reciente. Hizo una foto de hombre y otra de mujer, les puso un marco ovalado y luego ligeros retoques, barba o gafas, pelo largo o corto y tenemos identificada a toda la parroquia.
Respiro paz y me invita a pensar en algo diferente a la rutina diaria. Incluso píenso en cosas alegres y no es raro que acabe soltando una reprimida carcajada.
No te olvidamos (y lo olvidaron), tu desconsolada esposa (que enseguida recobró la sonrisa con el vecino del bigotillo), tu fiel servidora (que solamente servía de suplente en los combates del tálamo) , tus hijos y nietos…
Solamente me cambia la cara cuando, queriendo evitar el paso, me tropiezo con tumbas con figuras de angelitos. No soporto el sufrimiento de un niño, la pena de un niño, la muerte de un niño. Y es una de las pocas cosas que me hace dudar de nuestra trascendencia.
Y me gusta estar solo y hablar conmigo y con ellos en un diálogo imposible. Y quedo atrapado en el reclamo de las frases que están escritas solamente, creo yo equivocadamente, para llamarme la atención.
En ese zoco donde todo parece venderse destacan las voces limpias de los poetas: los que lo saben y los que son tan naturales que hasta cuando dicen buenos días suena a poema del alma, al ángelus de las doce del mediodía.
Y como en los cementerios, aquí también hay muchos muertos. Muertos vivientes pero muertos a la felicidad, a la razón, al disfrute sosegado de la vida, a la belleza de un niño corriendo tras una pelota, a la sonrisa a veces burlona de la persona que amas…
Muertos a la vida o muertos en vida, en vez de muertos de vida.
Hacedme el puñetero favor de vivir. Y si sois felices, mejor.
 
Hay algunos cementerios con esculturas más bonitas que muchos museos, creo que no es irrespetuoso sacar fotos en un cementerio mientras no se esté celebrando un entierro, si pasáis por comillas os recomiendo visitar el cementerio viejo.
Pues a mi, en general, me gustan los cementerios e intento ser respetuoso con el tema fotográfico, pero es difícil entrar en uno y no tener tentaciones. En los cementerios hay muchas historias y uo empieza a imaginar la vida que tuvieron la gente...
Ese blanco y negro me maravilla. Los cementerios también. Suelo ir más de una vez al año al cementerio, pasear en ese silencio y disfrutar de la arquitectura y el diseño de los espacios. Suelo visitar los cementerios que me llaman la atención (los cementerios gallegos en pequeños pueblos me parecen verdaderas joyas). Desde hace ya años, cuando vivía en el norte, me encantó conocer el sentido del nombre cementerio: hilerria (el pueblo de los muertos). Me parece muy bonito esa forma de tenerlos “en el pueblo de al lado”.
Me gusta la foto. Una pena el ciprés-mancha del fondo.

No con mucha frecuencia, pero me gusta pasear tranquilamente por los cementerios, detenerme a leer las lápidas, las dedicatorias, las fotografías que adornan los nichos, todas iguales, todas diferentes. El fotógrafo debió hacer una fortuna y eso que el Photoshop es relativamente reciente. Hizo una foto de hombre y otra de mujer, les puso un marco ovalado y luego ligeros retoques, barba o gafas, pelo largo o corto y tenemos identificada a toda la parroquia.
Respiro paz y me invita a pensar en algo diferente a la rutina diaria. Incluso píenso en cosas alegres y no es raro que acabe soltando una reprimida carcajada.
No te olvidamos (y lo olvidaron), tu desconsolada esposa (que enseguida recobró la sonrisa con el vecino del bigotillo), tu fiel servidora (que solamente servía de suplente en los combates del tálamo) , tus hijos y nietos…
Solamente me cambia la cara cuando, queriendo evitar el paso, me tropiezo con tumbas con figuras de angelitos. No soporto el sufrimiento de un niño, la pena de un niño, la muerte de un niño. Y es una de las pocas cosas que me hace dudar de nuestra trascendencia.
Y me gusta estar solo y hablar conmigo y con ellos en un diálogo imposible. Y quedo atrapado en el reclamo de las frases que están escritas solamente, creo yo equivocadamente, para llamarme la atención.
En ese zoco donde todo parece venderse destacan las voces limpias de los poetas: los que lo saben y los que son tan naturales que hasta cuando dicen buenos días suena a poema del alma, al ángelus de las doce del mediodía.
Y como en los cementerios, aquí también hay muchos muertos. Muertos vivientes pero muertos a la felicidad, a la razón, al disfrute sosegado de la vida, a la belleza de un niño corriendo tras una pelota, a la sonrisa a veces burlona de la persona que amas…
Muertos a la vida o muertos en vida, en vez de muertos de vida.
Hacedme el puñetero favor de vivir. Y si sois felices, mejor.
Muchas gracias por los comentarios, un saludo para todos.
 
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