Desde la vuelta de los desafíos fotográficos a Fujistas, Saal Digital ha sido uno de nuestros patrocinadores, obsequiando al ganador de cada competición mensual con un cupón de 50€ para sufragar buena parte de la impresión de cualquier proyecto de impresión de mediano tamaño. Hace meses se me ofreció la oportunidad de hacer una reseña de un álbum fotográfico de mi elección. Alentado por las buenas críticas de los foreros que habían usado el servicio, decidí encargar mi álbum y dar mi opinión de los resultados, aunque no sin reticencias: poniéndome en lugar del lector, no me fiaría mucho de la review sobre un producto del patrocinador del medio donde se escribe… Sea como sea, aquí va mi testimonio, que he intentado ser lo más imparcial posible. Total, el “patrocinio” se limita a los premios para los foreros de Fujistas, y creo que ellos valorarían más que me arriesgase a perderlo en pos de una opinión sincera.
Tras varias semanas eligiendo fotos de mi media docena de proyectos fotográficos en construcción, tomé la decisión más sensata a la hora de elegir la temática del albúm. Hacía tiempo que quería hacer un álbum “serio” de fotografías de mi hijo, y esta era una buena oportunidad. Fueron otras dos semanas seleccionando las fotos más representativas de sus doce primeros meses de vida…
El software de Saal: un trago agridulce
Los primeros pasos a la hora de componer el álbum fueron poco prometedores. Hay dos formas para encargar un trabajo a Saal: subiendo directamente el PDF maquetado o a través de un software instalable en el ordenador, siendo este último el recomendado por la firma.
Tuve algunos problemas para hacer funcionar el software de Saal
Elegí esta opción y ejecuté el instalador del programa en mi ordenador con Windows 10. Después de que todo se pusiera a punto con aparente normalidad, intenté arrancar el software. Nada, «nothing de nothing», se quedaba «pillado». Invertí 10 minutos en investigar por internet y descubrir un par de pistas que podrían solucionar el fallo: borré todo, también desinstalé el complemento «Adobe Air» que quedaba de residuo de un programa antiguo y volví a reinstalar el software de Saal. Esta vez sí que logré arrancarlo sin problemas.
Una de las carencias más significativas, al menos para mí, fue la necesidad de cargar todo el grueso de imágenes desde mi ordenador, sin poder contar con la importación directamente desde la nube (véase Google Drive, Google Photos, OneDrive, Dropbox…). En el momento que encargué el álbum todavía no había llegado la fibra óptica a mi domicilio, por lo que habría agradecido no esperar el par de horas que tardé en cargar todo el material fotográfico.
Más allá de los problemas preliminares, me encontré con un programa sencillo e intuitivo que no me sobresaltó con ningún cuelgue. La realización de la maquetación muestra todas las guías necesarias para disponer de las fotos a nuestro gusto. Aunque existe un modo automático de maquetación, los resultados me parecen demasiado burdos y con un aspecto muy amateur. Como fotógrafos ya sabemos que confiar al 100% en los automatismos no va a darnos los mejores resultados.
Como el álbum era de una temática infantil, me fue de utilidad apoyarme en la gran selección de elementos gráficos decorativos apropiados para la ocasión, pero que seguramente no vería con tan buenos ojos en otro tipo de trabajos. También hay una buena provisión de fuentes tipográficas. Elegí el albúm digital estándar, con portada brillante, «sin aditivos» (es posible escoger material especial de portada, acolchado…) pero con un número considerable de páginas para recopilar todos los momentos especiales que quería ver en papel. En una hora de maquetación ya estaba todo listo para enviar a imprenta.
Envío y recepción
El encargo se procesó en un par de días laborales y en menos de una semana ya lo tenía en casa. Del empaquetado, ningún reproche: sin escatimar en protección y en acolchado para que nuestro preciado álbum llegue sano y salvo a su destino.
Calidad de impresión
La primera impresión fue terrible: «¡Me han cambiado la portada!» Resulta que me había equivocado con el orden de las cubiertas del fotolibro. Mea culpa, pero no habría estado de más un aviso en el propio espacio de maquetación para despistados irredentos como yo.
Después del facepalm reglamentario, vino lo bueno: «oye, estoy tiene muy buena pinta». La portada invertida tenía un aspecto magnífico: colores vivos, brillantes y una solidez comprobada tras resistir la primera embestida de mi hijo. Pensé que el logo de Saal tendría una presencia más cantosa, ya que el eliminarlo costaba sus dineros, pero no: ocupa una porción muy discreta de la esquina inferior izquierda de la contraportada.
La sorpresa más agradable fue la fidelidad de los colores con respecto a lo que veía en mi monitor calibrado «a lo loco».
La sorpresa más agradable fue la fidelidad de los colores con respecto a lo que veía en mi monitor calibrado «a lo loco». No daba un duro porque los tonos se aproximaran demasiado ya que había ignorado deliberadamente el liarme con la descarga de perfiles ICC que proporciona Saal. Pero lo cierto es que los colores se asemejaban muy mucho a lo que estaba comprobando en mi monitor, por lo que me alegré de no haber perdido demasiado tiempo. Evidentemente, mirando las cosas con lupa podía advertir la imperfección tonal, pero considero que una impresión «a pelo» es más que suficiente para una gran mayoría de proyectos personales e incluso profesionales. Queda pendiente otra prueba con más exigencia en este respecto.
También me ha gustado el grosor de las páginas del álbum gracias a la utilización de un papel de gran gramaje. Pensaba que el acabado mate que había elegido sería ideal para disimular mejor las huellas de los dedos de mi hijo pero lo cierto es que también añadía una sobriedad que no me parecía tan adecuada para este tipo de impresión. Para el siguiente álbum familiar elegiré sin duda el acabado brillante que estoy seguro que dará un plus de vistosidad adecuada a las fotos más casuales. En el campo de la fotografía documental o callejera, el papel mate es mi apuesta personal.
Relación calidad/precio
Saal Digital no es particularmente asequible, pero mi primera impresión -y nunca mejor dicho- es que su relación calidad/precio es superior a las propuestas de Hoffman, Fotoprix y otros servicios baratunos. Lo ideal es probar la calidad de su servicio con las habituales ofertas y promociones. Sin ir más lejos, en Fujistas tenemos una promoción de descuento de 50€ en Saal Digital para imprimir un cuadro, con el compromiso de opinar posteriormente sobre su calidad de imagen en las redes sociales o en nuestro foro. Aprovecha a utilizarla antes del 31 de diciembre y nos cuentas qué tal…