Autor: Yago Ruiz.
La idea de venir a Etiopía surgió hace ya 4 años, cuando estuve allí por primera vez. En aquél entonces fueron 4 meses únicamente, y llevaba conmigo una réflex Nikon. Fue una experiencia importante en lo fotográfico, ya que definí mucho mi estilo personal, centrado en la fotografía de viajes y sobre todo el retrato.
En esta segunda ocasión, el propósito era un curso entero, de Octubre a Junio. Dado que la estancia iba a ser mucho más prolongada, decidí hacerme con una X100 como segundo cuerpo que acompañara a mi Nikon Full Frame por si tenía algún problema. Después de cogerle un poco el punto, resultó que la Fuji salía a fotografiar más de lo que yo había imaginado inicialmente.
Cuando compré la X100 lo hice con mucho recelo. Mi anterior experiencia con Fuji había sido una X20 que no me satisfizo demasiado, ya que la calidad de imagen que entregaba me resultaba insuficiente. Además, acostumbrado al mundo de las réflex, la X100 me parecía un bicho raro, nada en su “anatomía” tenía que ver con una réflex. Ni el visor, ni los controles, ni la ergonomía. Y por si fuera poco, lo que había leído de ella era que o bien la “amabas” o bien la “odiabas”. Es una cámara con carácter que hay que “domar” para que te guste hacer fotografías con ella. Mucha gente había quedado desencantada, mientras que otros muchos decían que era una cámara maravillosa. Si quería saberlo, tendría que probarla.
Otra de las razones por las que compré la X100 era para tomar fotografías en Blanco y Negro. Siempre he disparado en color. Creo que la realidad hay que representarla tal y como es, y el color es la máxima expresión de cómo ven nuestros ojos. Cuando lees libros como “Psicología del Color” de Eva Heller, se te abre un mundo por delante, que da lugar a observar el entorno de otra manera. Entiendes también mucho mejor la fotografía de grandes autores en color, como Steve McCurry, Ami Vitale, Jimmy Nelson o John Rowe. Comprendes que ellos componen no sólo con los elementos que hay en la imagen, sino también con el color.
Pero yo quería la X100 para aprender a mirar en blanco y negro. La idea era observar buscando contrastes, en lugar de colores. El visor de la X100, que permite ver directamente el cuadro en blanco y negro es una maravilla para esto. Ayuda mucho a tener una idea de lo que podría ser la toma final. Disparar en blanco y negro también permite apreciar más las texturas. El color a veces “oculta” este aspecto, pero el B&N con frecuencia lo acentúa.
Además, me atraía la idea del blanco y negro por el aspecto “fílmico” de las imágenes. Antes de decidirme por la Fuji estuve barajando hacerme con una cámara de película, totalmente manual, y llevarme algunos carretes de Blanco y Negro, pero iban a ser demasiados meses y el digital aquí gana claramente. Me apetecía disfrutar del hecho de hacer las fotografías, pero también quería poder observarlas en un tiempo relativamente corto. La Fuji ofrecía las dos cosas, inmediatez y ese encanto “fílmico” que parecen entregar sus jpgs directos de la cámara.
La última razón por la que me hice con el Fuji fue practicar la fotografía callejera. Unos meses antes de marcharme a Etiopía empecé a interesarme por este estilo fotográfico, tan de moda actualmente. Siempre he sido fotógrafo de viajes y de retrato fundamentalmente, pero nunca he salido a retratar la calle como tal, de forma repetida y constante. En Etiopía, gracias al prolongado tiempo viviendo allí, aprendí a trabajar de forma rutinaria, repitiendo los mismos recorridos en días distintos y a distintas horas.
De esa forma la gente se terminó acostumbrando a mi presencia (quizá lo más complicado allí), además de que me permitía poder estudiar las mejores horas de luz en cada recorrido. Esto me favorecía pasar más desapercibido (también gracias a la X100), observar lugares más de una vez y pensar “mañana o pasado mañana vengo a esta hora, que es la mejor”.
Esta variación en las horas y recorridos hace que uno se tenga que exigir más a la hora de buscar sujetos interesantes. Obviamente, en un país como Etiopía, todo parece interesante a priori, pero después de varios meses, te acostumbras al entorno y la gente y te relajas. Además, la vida allí es muy sencilla, las mismas rutinas, las mismas tareas… La gente no tiene grandes momentos de cambio como para que cuando salgas a la calle te vayas a encontrar el evento de tu vida. Hay que centrarse más en las atmósferas que se crean, la luz, tratar de acercarte lo máximo posible a la gente para capturar cómo viven, qué sienten y qué comunican. Es otra de las ventajas de la X100, su foca fija de 35mm (equivalente) hace que tengas que acercarte. Te quita el miedo a la fotografía cercana, a veces hasta descarada.
En este sentido he trabajado también mucho otro tipo de técnica de disparo comparada con mi estilo habitual con la réflex. Con la DSLR trabajo siempre en manual, es una fotografía más pausada, no suelo moverme de forma “sigilosa”, se ve que llevo una cámara bajo el brazo -aunque a veces una réflex se puede ocultar más de lo que se piensa- y me tomo mi tiempo para tomar las fotos. Me dedico más a observar que a disparar. Digamos que anticipo mucho y gracias a la velocidad de manejo que ofrece la cámara puedo ajustar todo en décimas de segundo y no perderme el momento.
La foto callejera es más dinámica, más instantánea. Hablo siempre de mezclarse con la gente, de mercadillos, calles llenas de personas, interactuación de unos con otros (La foto de arquitectura es otra historia). Por tanto, para adaptarse a lo que está pasando alrededor, hay que observar con mucha atención y tener la cámara lista de antemano. No hay tiempo de medir o enfocar y a veces ni de encuadrar. Todo ocurre en décimas de segundo y o tienes la fotografía, o no la tienes. La X100 no es precisamente rápida, así que la manera de aprovechar sus virtudes es ajustando modos semiautomáticos. Generalmente disparaba en prioridad a la apertura, con aperturas muy cerradas e ISO automático para tratar de no trepidar las imágenes. Otra cosa que me facilitó mucho la toma de fotografías es el disparo desde la cintura. Al principio era un desastre, pero a medida que se depura la técnica se pueden obtener fotografías técnicamente correctas. El aspecto compositivo ya va con el ojo de cada uno y su capacidad de observar. Al ser una focal fija uno puede saber después de practicar y sin mirar por el visor, qué va a entrar en el encuadre. Dependiendo de la distancia al sujeto se adquieren a veces puntos de vista muy interesantes (contrapicados) que dan un aspecto más dinámico a las fotografías, sobre todo si se trata de retratos.
Por supuesto también he trabajado el retrato con la X100. También vale para eso (de hecho, la X100 vale para casi todo). Aquí el visor electrónico es de gran ayuda, porque el error de paralaje te juega malas pasadas. A F2 se pueden conseguir desenfoques agradables que permitan contextualizar al sujeto y hacer una idea de su entorno.
En definitiva, puedo decir que mi experiencia en Etiopía me ha hecho crecer como fotógrafo de forma muy notable. De la mano de la X100 he descubierto el blanco y negro y la foto callejera. También he descubierto las ventajas del sistema X de Fuji: portabilidad, discreción, calidad de imagen… Creo además que se pueden combinar ambos sistemas (DSLR y Fuji X) perfectamente. Actualmente no tengo ya la X100, la vendí para financiar algunas otras cosas, pero en cuanto pueda volveré a hacerme con otra Fuji, aunque en esta ocasión será de ópticas intercambiables: una X-E1/E2, o una X-PRO, con un 18 y un 35, para complementar a mi réflex y las ópticas fijas que la acompañan. Creo sinceramente que todo buen fotógrafo hace uso de las herramientas que tiene, sin importar la marca. Al final es una cuestión de necesidades y uno no debe cerrarse puertas.
Poniendo la vista en los próximos meses, estoy trabajando en la edición de un libro sobre Etiopía, donde recojo una selección de las fotografías tomadas tanto en 2013 como en este curso pasado de 2015-2016. La idea es presentarlo en la Feria EntreFotos en diciembre de este año, en la que expondré mi trabajo durante los 5 días que dura la feria. Es poco tiempo, pero la asistencia es grande y espero que tenga buena acogida. En el libro habrá tanto fotografías tomadas con la réflex, como con la Fuji, de la que puedo decir que me ha dado algunas de las que considero mejores instantáneas de toda la estancia.
Precioso artículo ilustrados por unas fotos magníficas. Espero que ese libro sea un gran éxito.
Gracias Yago por ilustrar y contar de manera tan amena tu experiencia. Estaré atenta a ese libro.
Fantástico trabajo, enhorabuena. Una prueba más de que la X100 es una grandísima cámara si está en las manos adecuadas.
Saludos
Excepcional trabajo, Felicidades. Gracias por compartir tus fotografías y experiencias, esperamos noticias de ese libro.
Un saludo,
Muchas gracias compañeros, por vuestros comentarios. Agradezco también a Fujistas la oportunidad de contar mi experiencia en Etiopía este curso. Saludos!
Genial trabajo. Gracias por compartirlo.