Es mi deber advertiros de la gran peligrosidad que encierra este nuevo desafío fujista, propuesto para finalizar el año. Juzgad vosotros mismos esta triste historia.
Tras la meticulosa preparación de una ruta cercana a mi domicilio, con el equipo a punto y mentalizado para abrir fuego fotográfico a la primera de cambio, salí de casa esta húmeda tarde de sábado (aquí en Oviedo) y me dirigí raudo a un parque a menos de 200 metros de mi casa. Con paraguas abierto en una mano y la cámara encendida en la otra, me dispuse a obtener la primera instantánea.
Como no me convencía el punto de vista elegido, decidí subir, prado a través para acercarme más al motivo fotográfico (un hórreo recuperado y emplazado en ese parque), subiendo una pequeña cuesta...
A medio camino comprobé con desazón que había más barro del que había previsto y que mis zapatos comenzaban a patinar, cuesta abajo... Empecé a gemir en voz alta algo así como "no, no, ¡nooo!", hasta caer de culo en pleno barrizal
.
En un aparcamiento cercano, había un conductor dentro de su vehículo que si vio la escena debió de sufrir un cólico, de la risa; si fue capaz de grabarlo con el móvil, él sí que ganará un premio.
Para que no sufráis, os confirmo que el equipo resulto ileso. Yo tuve que volver sobre mis pasos a casa, con barro hasta en los calzoncillos.
Lo dicho: precaución, amigos fujistas 
Tras la meticulosa preparación de una ruta cercana a mi domicilio, con el equipo a punto y mentalizado para abrir fuego fotográfico a la primera de cambio, salí de casa esta húmeda tarde de sábado (aquí en Oviedo) y me dirigí raudo a un parque a menos de 200 metros de mi casa. Con paraguas abierto en una mano y la cámara encendida en la otra, me dispuse a obtener la primera instantánea.
Como no me convencía el punto de vista elegido, decidí subir, prado a través para acercarme más al motivo fotográfico (un hórreo recuperado y emplazado en ese parque), subiendo una pequeña cuesta...
A medio camino comprobé con desazón que había más barro del que había previsto y que mis zapatos comenzaban a patinar, cuesta abajo... Empecé a gemir en voz alta algo así como "no, no, ¡nooo!", hasta caer de culo en pleno barrizal

En un aparcamiento cercano, había un conductor dentro de su vehículo que si vio la escena debió de sufrir un cólico, de la risa; si fue capaz de grabarlo con el móvil, él sí que ganará un premio.
Para que no sufráis, os confirmo que el equipo resulto ileso. Yo tuve que volver sobre mis pasos a casa, con barro hasta en los calzoncillos.
