Viernes 3 de la tarde ya se acabó la semana laboral, ahora toca apechugar en casa con lo que la jefa tenga pensado para mí.
Llego y me siento a devorar un plato de arroz al horno como si no hubiera mañana y acto seguido me enciendo el televisor que ya esta a punto de empezar Saber y Ganar, una lástima lo de Nacho por cierto pero tengo el consuelo de que no tardará en volver al programa como super magnífico que es.
Esto es mi rutina de todos los días, termino de trabajar, como y Saber y Ganar, después de esto hay otras rutinas que pueden ser diversas.
Apago el televisor y me asomo a la terraza y veo nubes pintonas ocultando lo que se me antoja un sol encendido, esto se merece sacar la cámara pienso.
No tengo muchas ganas de hacer kilómetros en busca de localizaciones, así que ya sé hacia dónde voy.
En el puerto también hay una rutina bastante marcada, los barcos que regresan de faenar con un séquito de gaviotas escandalosas volando sobre ellos, los jubilados que aprovechan el buen tiempo para estirar las piernas y llegarse hasta las puertas de la lonja donde se esta subastando el pescado recién llegado, los marroquíes y subsaharianos que o bien faenan en esos barcos o residen por aquí y van al puerto a hacer sus historias, yo ahí no me meto.
Algún que otro deportista que pasa corriendo y los pescadores que van a pasar la tarde y llenan sus cubos con lo que pescan y yo me pregunto si se comerán lo que sacan del agua del puerto que muchas veces le veo los reflejos de aceite y combustible de los barcos al pasar, de todas formas yo no soy mucho de pescado.
Subo al rompeolas y me dirijo hacia el faro de las meadas pero hoy no voy a llegar hasta el por que mi objetivo esta en los dos pescadores que tengo bajo de mi y en el tránsito de barcos grandes y embarcaciones pequeñas, de los que a estas horas se ponen a entrenar remo del equipo del Club Náutico de Altea y de algún velero que regresa a puerto.
Es la rutina del puerto y creo que casi yo ya formo parte de la misma por la de veces que he ido y las que me quedan aún.
Es mi rutina.
Llego y me siento a devorar un plato de arroz al horno como si no hubiera mañana y acto seguido me enciendo el televisor que ya esta a punto de empezar Saber y Ganar, una lástima lo de Nacho por cierto pero tengo el consuelo de que no tardará en volver al programa como super magnífico que es.
Esto es mi rutina de todos los días, termino de trabajar, como y Saber y Ganar, después de esto hay otras rutinas que pueden ser diversas.
Apago el televisor y me asomo a la terraza y veo nubes pintonas ocultando lo que se me antoja un sol encendido, esto se merece sacar la cámara pienso.
No tengo muchas ganas de hacer kilómetros en busca de localizaciones, así que ya sé hacia dónde voy.
En el puerto también hay una rutina bastante marcada, los barcos que regresan de faenar con un séquito de gaviotas escandalosas volando sobre ellos, los jubilados que aprovechan el buen tiempo para estirar las piernas y llegarse hasta las puertas de la lonja donde se esta subastando el pescado recién llegado, los marroquíes y subsaharianos que o bien faenan en esos barcos o residen por aquí y van al puerto a hacer sus historias, yo ahí no me meto.
Algún que otro deportista que pasa corriendo y los pescadores que van a pasar la tarde y llenan sus cubos con lo que pescan y yo me pregunto si se comerán lo que sacan del agua del puerto que muchas veces le veo los reflejos de aceite y combustible de los barcos al pasar, de todas formas yo no soy mucho de pescado.
Subo al rompeolas y me dirijo hacia el faro de las meadas pero hoy no voy a llegar hasta el por que mi objetivo esta en los dos pescadores que tengo bajo de mi y en el tránsito de barcos grandes y embarcaciones pequeñas, de los que a estas horas se ponen a entrenar remo del equipo del Club Náutico de Altea y de algún velero que regresa a puerto.
Es la rutina del puerto y creo que casi yo ya formo parte de la misma por la de veces que he ido y las que me quedan aún.
Es mi rutina.