Muy buenas. Este enlace que cuelgo es a partir de la contestación de otra foto que he colgado en la sección blanco y negro, donde la persona que aparece en la toma está de espaldas, y tenía otra foto más centrada, pero donde se le veía la cara, y el protagonista no estaba muy interesado en salir.
Esta toma que cuelgo aquí la realicé hace unos dos años y medio, cuando la crisis ya golpeaba con fuerza, pero todavía no había llegado a su punto máximo. Se trata de uno de esos muchos paseos que realizo junto a los márgenes del río Pisuerga a su paso por Valladolid, y donde te encuentras un mundo paralelo que existe unos metros más abajo del bullicio de la ciudad: deportistas, gente que pasa un bache en su vida, paseantes, personas que buscan un poco de soledad, pescadores... etc.
A continuación os dejo la fotografía, y os copio la historia, por si alguno no quiere entrar en Flickr a leerla. Supongo que a muchos os hará pensar en la manera de tratar los robados ante cierta gente... No sé si llego a transmitir todo lo que sentí en esa media hora con este hombre, pero una pena no poder enseñaros su mirada, que decía mucho más que mis palabras.
También os digo que esta imagen no gustó a algunos de mis contactos, no por la foto, sino por otros motivos. En fin, qué se le va a hacer...
SUEÑOS ROTOS...
Sueños rotos... by Rafa Medrano, on Flickr
"Esta tarde, como muchas otras, paseaba junto al Pisuerga con mi cámara. Al llegar a uno de los embarcaderos de hormigón, me acerqué a un hombre con rasgos norteafricanos. Nos saludamos, y miró mi equipo. Se acercó, y me pidió que le hiciese unas fotos con su móvil; fotos en las que se metía casi en el río, con una gran sonrisa, su dedo pulgar hacia arriba, para mostrar que todo le iba genial, y mandárselas a la familia…
A partir de aquí, esta historia es triste, demasiado triste, por lo menos yo me fui bastante tocado, y la resumiré en pocas líneas. Historia de uno de tantos inmigrantes a los que la crisis les ha hundido en un pozo en el que no ven salida.
Nada más volver a su lugar, comenzó criticando las medidas de Rajoy con los inmigrantes, medidas que afectan a inmigrantes legales como él, que, como es lógico, cada cual cuenta desde su posición. A partir de ahí, empezamos a hablar, y fui conociendo algo más de su vida.
Llevaba dos años en el paro, sin encontrar ningún trabajo legal, después de más de trece años y medio cotizados, más otros muchos donde no tuvo contrato legal.
Llegó a España en el año 1992, con varios títulos en el bolsillo, dos oficios aprendidos desde pequeño, panadero y carnicero, su lengua de origen, más francés e inglés, pero nada de español, que tuvo que aprender juntándose al principio con estudiantes, dándoles clases de física, química o lo que se terciaba.
A partir de ahí múltiples historias laborales, incluido un trabajo fijo durante más de siete años, siendo encargado en un negocio de ganadería, que el jefe se encargó de dilapidar, hundiendo la empresa y a sus trabajadores por sus constantes malas gestiones y profesionalidad.
Llegó a encontrar un buen trabajo en Francia, vieron que valía, pero, cuando le iban a contratar, sus papeles solo le servían legalmente para España, así que de vuelta para acá.
Su mirada era triste, sin esperanza, en algunos momentos ausente, cuando hablaba de su familia; y, en otros muchos, profunda, sincera, y directa a los ojos.
Hablaba que imposible volver a su tierra después de tantos años aquí, volver sin nada, volver en esta situación junto a su mujer, hijos, madre… Me dijo: "antes en un ataúd, que así".
Estuvimos hablando apenas media hora, pero dio tiempo a mucho, así que le pedí una foto. Me dijo: "Si es para ti, de acuerdo. Pero, si no es así, por favor, no me la hagas. Si la viera mi madre, se moriría de pena".
Al final me dejó hacerle alguna foto de espaldas para publicarla, mirando al río, con la mirada perdida, lugares donde pasa parte del día, donde va porque no quiere pedir (el es un trabajador, no un mendigo), esperando alguna llamada de algún trabajo, o que le llamen amigos para decirle que puede ir a trabajar este verano al campo, a Francia, aunque sea de ilegal, como los dos últimos veranos… pero ni esa llamada llega, solo le dicen que con las lluvias no es buen momento.
Al final la crisis le ha quitado las esperanzas a tanta gente. Qué afortunados somos algunos, quizás no seamos conscientes del todo de lo que tenemos.
Otra cosa con la que me fui, fueron las palabras del pedirme que no publicase una foto de su cara… Tantas veces hacemos algún robado, y muchas veces no medimos las consecuencias.
Muchas gracias por tu media hora, Luis. Este es el nombre que me dio, no quiso darme el suyo real, demasiado miedo a que su familia sufriera por verle así."
Esta toma que cuelgo aquí la realicé hace unos dos años y medio, cuando la crisis ya golpeaba con fuerza, pero todavía no había llegado a su punto máximo. Se trata de uno de esos muchos paseos que realizo junto a los márgenes del río Pisuerga a su paso por Valladolid, y donde te encuentras un mundo paralelo que existe unos metros más abajo del bullicio de la ciudad: deportistas, gente que pasa un bache en su vida, paseantes, personas que buscan un poco de soledad, pescadores... etc.
A continuación os dejo la fotografía, y os copio la historia, por si alguno no quiere entrar en Flickr a leerla. Supongo que a muchos os hará pensar en la manera de tratar los robados ante cierta gente... No sé si llego a transmitir todo lo que sentí en esa media hora con este hombre, pero una pena no poder enseñaros su mirada, que decía mucho más que mis palabras.
También os digo que esta imagen no gustó a algunos de mis contactos, no por la foto, sino por otros motivos. En fin, qué se le va a hacer...
SUEÑOS ROTOS...

"Esta tarde, como muchas otras, paseaba junto al Pisuerga con mi cámara. Al llegar a uno de los embarcaderos de hormigón, me acerqué a un hombre con rasgos norteafricanos. Nos saludamos, y miró mi equipo. Se acercó, y me pidió que le hiciese unas fotos con su móvil; fotos en las que se metía casi en el río, con una gran sonrisa, su dedo pulgar hacia arriba, para mostrar que todo le iba genial, y mandárselas a la familia…
A partir de aquí, esta historia es triste, demasiado triste, por lo menos yo me fui bastante tocado, y la resumiré en pocas líneas. Historia de uno de tantos inmigrantes a los que la crisis les ha hundido en un pozo en el que no ven salida.
Nada más volver a su lugar, comenzó criticando las medidas de Rajoy con los inmigrantes, medidas que afectan a inmigrantes legales como él, que, como es lógico, cada cual cuenta desde su posición. A partir de ahí, empezamos a hablar, y fui conociendo algo más de su vida.
Llevaba dos años en el paro, sin encontrar ningún trabajo legal, después de más de trece años y medio cotizados, más otros muchos donde no tuvo contrato legal.
Llegó a España en el año 1992, con varios títulos en el bolsillo, dos oficios aprendidos desde pequeño, panadero y carnicero, su lengua de origen, más francés e inglés, pero nada de español, que tuvo que aprender juntándose al principio con estudiantes, dándoles clases de física, química o lo que se terciaba.
A partir de ahí múltiples historias laborales, incluido un trabajo fijo durante más de siete años, siendo encargado en un negocio de ganadería, que el jefe se encargó de dilapidar, hundiendo la empresa y a sus trabajadores por sus constantes malas gestiones y profesionalidad.
Llegó a encontrar un buen trabajo en Francia, vieron que valía, pero, cuando le iban a contratar, sus papeles solo le servían legalmente para España, así que de vuelta para acá.
Su mirada era triste, sin esperanza, en algunos momentos ausente, cuando hablaba de su familia; y, en otros muchos, profunda, sincera, y directa a los ojos.
Hablaba que imposible volver a su tierra después de tantos años aquí, volver sin nada, volver en esta situación junto a su mujer, hijos, madre… Me dijo: "antes en un ataúd, que así".
Estuvimos hablando apenas media hora, pero dio tiempo a mucho, así que le pedí una foto. Me dijo: "Si es para ti, de acuerdo. Pero, si no es así, por favor, no me la hagas. Si la viera mi madre, se moriría de pena".
Al final me dejó hacerle alguna foto de espaldas para publicarla, mirando al río, con la mirada perdida, lugares donde pasa parte del día, donde va porque no quiere pedir (el es un trabajador, no un mendigo), esperando alguna llamada de algún trabajo, o que le llamen amigos para decirle que puede ir a trabajar este verano al campo, a Francia, aunque sea de ilegal, como los dos últimos veranos… pero ni esa llamada llega, solo le dicen que con las lluvias no es buen momento.
Al final la crisis le ha quitado las esperanzas a tanta gente. Qué afortunados somos algunos, quizás no seamos conscientes del todo de lo que tenemos.
Otra cosa con la que me fui, fueron las palabras del pedirme que no publicase una foto de su cara… Tantas veces hacemos algún robado, y muchas veces no medimos las consecuencias.
Muchas gracias por tu media hora, Luis. Este es el nombre que me dio, no quiso darme el suyo real, demasiado miedo a que su familia sufriera por verle así."