Hilo de chismorreo sobre la Fuji GFX 100RF

Podéis estar discutiendo todo lo que queráis hasta que salga la nueva RF, pero se os escapa algo esencial: ninguna cámara será perfecta para todo el mundo.





He tenido y probado de todo, desde modelos con la máxima resolución disponible hasta cuerpos icónicos como toda la gama GFX, todas las X-T y también las X100. Y aun así, con muchas de ellas sentía que no eran mi cámara. Porque al final, cuando te dedicas a esto, la cámara tiene que ser una extensión de ti. Estamos hablando de crear arte, de trabajar con ritmo, con intención, con clientes reales. Y si la herramienta no encaja contigo, da igual lo buena que sea sobre el papel.





Puedo hacer la misma foto editorial con una X-T5 o con una GFX 100 II, y te aseguro que el 99,9% de los mortales no notarían la diferencia. Solo quien está día a día trabajando con clientes y marcas sabrá a lo que me refiero.





Hoy en día, lo que se valora no es la cámara, sino lo que tú sabes hacer con ella. Tengo amigos trabajando para Adidas disparando con Mamiya o Pentax. ¿Importa? No. Lo que cuenta es el resultado.





Y por eso, después de tantos años, he encontrado la cámara perfecta para mí. Y repito: para mí. A otros les pasará lo mismo que me pasó a mí con las anteriores: se la comprarán y no se sentirán cómodos. Así es la vida. Para gustos, colores.





En mi caso, no necesito estabilizador. Lo que valoro es la portabilidad, el no tener que ir cambiando ópticas, un diseño que me encanta (y que por cierto, a todos los clientes les llama la atención). Les parece bonita, sin saber que están delante de un camarón capaz de sacar imágenes brutales.





No busco aparentar ni ir cargado con mil lentes. Mi trabajo se juzga por lo que entrego
 
Atrás
Arriba