El otoño se me ha hecho muy corto, por suerte he tenido mucho trabajo, pero a cambio he podido disfrutar muy poco de lo que más me gusta.
Cada vez que llega esta estación aprovecho para salir a fotografiar setas, tienen algo que me atrapa, tan rápidas en crecer y desaparecer, tan relacionadas con el agua (algo que apreciamos en mi tierra como si de oro se tratase), con ese particular olor que muchas de ellas desprenden y te hace sentir ante una naturaleza exuberante, llena de vida, con sus sonidos a la par que su silencio, con su cambiante aspecto con el paso de las estaciones, con sus ciclos durante los cuales podemos disfrutar de distintos seres, impasibles a nuestro ritmo de vida pero vendidos al mismo, tan longevos como vulnerables a dependencia de nuestra voluntad que es la única que los amenaza.
Cuando observas la naturaleza de cerca resulta aún más sorprendente, tanto que te olvidas por completo de todo atrapado por su belleza y la magia de la vida que se descubre ante tu mirada, es algo de lo que te das cuenta cuando llevas tiempo conociéndola, viendo como esos cambios se suceden en espacios tan cortos de tiempo que rozan la magia, es su manera de mostrarnos la vida resumida en un abrir y cerrar de ojos, hasta llegar a la muerte para más tarde volver a surgir y devolvernos una y otra vez el mismo regalo.
La fotografía de naturaleza es una de las mejores vías de las que disponemos los que no somos letrados en su ciencia para apreciar todo esto, cuando llevas un tiempo practicándola empiezas a apreciar lo que tienes ante ti, te interesas por conocerlo y entenderlo, lo que empieza como curiosidad, en muchas ocasiones debida a que te sentías atraído por la ella (en mi caso eso sucede desde niño), se acaba convirtiendo en pasión, empiezas a interesarte por el clima y como este puede dar lugar a cambios y dependiendo de ellos empiezas a ser capaz de predecir lo que va a suceder, pisas un lugar nuevo y ya eres capaz de adivinar en cual de sus rincones puedes encontrarte con unas u otras plantas dependiendo de su ubicación respecto al Sol, de su humedad, de su suelo o del tipo de vegetación que lo habita. Todo esto te acaba atrapando y llega un momento en el que no puedes prescindir de ello.
Estas son las principales razones por las que esta es mi disciplina favorita y cada vez que alguien dice que este tipo de fotografía no le dice ni aporta nada, que carece de humanidad, que no tiene el mismo poder que otras disciplinas para aportarnos un mensaje, una sensación o un momento interesante, siento cuan lejos está esa persona de entender lo que siento yo a la hora de practicarla, yo y tantos que hemos tenido la suerte de prescindir de lo humano y encontrar disfrute en algo a lo que tanto debemos y a la vez tanto daño somos capaces de hacer. Su valor es el más grande que podamos imaginar, el de la vida, mucho mayor que el que nosotros tenemos como especie (más bien diría plaga) capaz de borrarla de un plumazo sin contemplaciones ni remordimientos.
Creo que esto es lo que nos mueve a los fotógrafos de naturaleza, no importa que sea de paisaje, de aves, insectos, plantas o cualquiera de sus muchas facetas, aparte de intentar mostrar su mejor cara, su mejor momento o crear una imagen que muestre nuestra manera de verla e imaginarla, lo que hacemos es disfrutarla, vivirla, valorarla y hacer todo lo que esté en nuestras manos para conservarla, así que en este tipo de fotografía hay mucha humanidad y de la buena.
Los frutos del bosque by Francisco Tomas Cegarra Lopez, en Flickr
Cada vez que llega esta estación aprovecho para salir a fotografiar setas, tienen algo que me atrapa, tan rápidas en crecer y desaparecer, tan relacionadas con el agua (algo que apreciamos en mi tierra como si de oro se tratase), con ese particular olor que muchas de ellas desprenden y te hace sentir ante una naturaleza exuberante, llena de vida, con sus sonidos a la par que su silencio, con su cambiante aspecto con el paso de las estaciones, con sus ciclos durante los cuales podemos disfrutar de distintos seres, impasibles a nuestro ritmo de vida pero vendidos al mismo, tan longevos como vulnerables a dependencia de nuestra voluntad que es la única que los amenaza.
Cuando observas la naturaleza de cerca resulta aún más sorprendente, tanto que te olvidas por completo de todo atrapado por su belleza y la magia de la vida que se descubre ante tu mirada, es algo de lo que te das cuenta cuando llevas tiempo conociéndola, viendo como esos cambios se suceden en espacios tan cortos de tiempo que rozan la magia, es su manera de mostrarnos la vida resumida en un abrir y cerrar de ojos, hasta llegar a la muerte para más tarde volver a surgir y devolvernos una y otra vez el mismo regalo.
La fotografía de naturaleza es una de las mejores vías de las que disponemos los que no somos letrados en su ciencia para apreciar todo esto, cuando llevas un tiempo practicándola empiezas a apreciar lo que tienes ante ti, te interesas por conocerlo y entenderlo, lo que empieza como curiosidad, en muchas ocasiones debida a que te sentías atraído por la ella (en mi caso eso sucede desde niño), se acaba convirtiendo en pasión, empiezas a interesarte por el clima y como este puede dar lugar a cambios y dependiendo de ellos empiezas a ser capaz de predecir lo que va a suceder, pisas un lugar nuevo y ya eres capaz de adivinar en cual de sus rincones puedes encontrarte con unas u otras plantas dependiendo de su ubicación respecto al Sol, de su humedad, de su suelo o del tipo de vegetación que lo habita. Todo esto te acaba atrapando y llega un momento en el que no puedes prescindir de ello.
Estas son las principales razones por las que esta es mi disciplina favorita y cada vez que alguien dice que este tipo de fotografía no le dice ni aporta nada, que carece de humanidad, que no tiene el mismo poder que otras disciplinas para aportarnos un mensaje, una sensación o un momento interesante, siento cuan lejos está esa persona de entender lo que siento yo a la hora de practicarla, yo y tantos que hemos tenido la suerte de prescindir de lo humano y encontrar disfrute en algo a lo que tanto debemos y a la vez tanto daño somos capaces de hacer. Su valor es el más grande que podamos imaginar, el de la vida, mucho mayor que el que nosotros tenemos como especie (más bien diría plaga) capaz de borrarla de un plumazo sin contemplaciones ni remordimientos.
Creo que esto es lo que nos mueve a los fotógrafos de naturaleza, no importa que sea de paisaje, de aves, insectos, plantas o cualquiera de sus muchas facetas, aparte de intentar mostrar su mejor cara, su mejor momento o crear una imagen que muestre nuestra manera de verla e imaginarla, lo que hacemos es disfrutarla, vivirla, valorarla y hacer todo lo que esté en nuestras manos para conservarla, así que en este tipo de fotografía hay mucha humanidad y de la buena.

Última edición: