Había decidido llevar a toda la familia a Yoyogi (...)
Big Shade by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
Pond and Waterworks by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
El día invitaba a sentarse en la sombra. Aproveché para sacar fotos. Domingueros, futuras idorus, gente que viste raro, turistas, ¡¡¡cuervos!!! Los cuervos japoneses aunque no espectaculares en tamaño, son gráciles, desconfiados, además de no tener buen carácter: ¡me encantan!
Crow by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
Al borde del agua noté uno que no salía volando en cuanto me acercaba unos metros. Aproveché le saqué unas fotos. Me di cuenta que era bastante mayor, y estaba casi en las últimas.
Ederly Gentleman by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
Ederly Gentleman 2 by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
Ederly Gentleman 3 by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
-¿Qué pasa amigo?”
El cuervo se acercó aun más. Hubiese podido acariciarlo.
Me senté en un banco sobre una plataforma de madera a unos pocos metros. El cuervo a saltos, tras varios intentos, se posó al lado de mi pié y se quedó dormido.
Ederly Gentleman 4 by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
Miré para atrás. Mi madre, mi mujer y mi sobrina me habían estado observando.
Antes de formular la pregunta llegó la respuesta:
-¡No, no podemos llevárnoslo!
- De ninguna manera.
-Ya sabía yo que lo he parido…. Vámonos antes de que decida comprarle comida y llevárselo al hotel.
De camino a Shibuya no dejaba de mirar hacia atrás. Intentaban distraerme:
-¡Mira que garza tan bonita!
-¡Qué le den!
Last of Summer by Jesús Simeón Pérez Jiménez, en Flickr
Gracias por vuestros comentarios. Es un extracto de una entrada de mi blog, por si alguien se quiere pasar.


El día invitaba a sentarse en la sombra. Aproveché para sacar fotos. Domingueros, futuras idorus, gente que viste raro, turistas, ¡¡¡cuervos!!! Los cuervos japoneses aunque no espectaculares en tamaño, son gráciles, desconfiados, además de no tener buen carácter: ¡me encantan!

Al borde del agua noté uno que no salía volando en cuanto me acercaba unos metros. Aproveché le saqué unas fotos. Me di cuenta que era bastante mayor, y estaba casi en las últimas.



-¿Qué pasa amigo?”
El cuervo se acercó aun más. Hubiese podido acariciarlo.
Me senté en un banco sobre una plataforma de madera a unos pocos metros. El cuervo a saltos, tras varios intentos, se posó al lado de mi pié y se quedó dormido.

Miré para atrás. Mi madre, mi mujer y mi sobrina me habían estado observando.
Antes de formular la pregunta llegó la respuesta:
-¡No, no podemos llevárnoslo!
- De ninguna manera.
-Ya sabía yo que lo he parido…. Vámonos antes de que decida comprarle comida y llevárselo al hotel.
De camino a Shibuya no dejaba de mirar hacia atrás. Intentaban distraerme:
-¡Mira que garza tan bonita!
-¡Qué le den!

Gracias por vuestros comentarios. Es un extracto de una entrada de mi blog, por si alguien se quiere pasar.