El gato es mi animal preferido (¡en casa vive desde hace años
Gretel!), así que no voy a decir nada de las fotos de tus gatos, excepto que me encantan.
Así que voy a referirme solo a la primera foto. Estuve curioseando por tu Instagram, donde tienes colgado todo un Tratado de Ontología, la parte esa de la Metafísica que se pregunta por el Ser. Véase
Ontología - Wikipedia, la enciclopedia libre. En resumen, creo que eres partidaria de la idea de que la realidad
es, existe como tal, en tanto en cuanto esa realidad es percibida por la conciencia de uno. La realidad no existe en sí misma. No existe. Comienza a existir en tanto que uno, "el yo", al mismo tiempo la percibe y la crea (de "crear", no "creer").
Casi todas la imágenes tuyas de Instagram son un ejemplo de esa idea fundamental. El resto de los fotógrafos intentan (intentamos) con mayor o menor fortuna demostrar que ella, la Realidad, esta ahí o allí fuera, delante de nuestro ojo/objetivo y esperando por nuestro esfuerzo y saber a la hora de apretar el disparador de una cámara. Y disparamos al pájaro o a la flor porque el pájaro y la flor son los que son, y son bellos, y están delante de nosotros para que nosotros los
saquemos como son.
En tus fotos (por lo que hasta ahora he visto), la realidad no es
unívoca. En tus fotos una ventana no siempre es una ventana, sino otra cosa también; cualquier superficie, cualquier volumen, cualquier línea o cualquier luz no son siempre una luz, una línea, un volumen o una superficie, sino que obligas al espectador a renombrar lo que parece una línea o volumen, etc., y le obligas no solo a renombrar las cosas de la imagen, sino a seguir el camino que tú hiciste cuando hiciste la foto para que él, el espectador, fotografíe también con la cámara fotográfica que tiene almacenada en su cerebro la realidad
ambigua que tiene delante.
Por ello, estoy pensando (y en consecuencia dudando) si calificar a tus fotos como
versos de un poema ontológico...