Cerca de la Piazza Navona hay una pequeña heladería donde también preparan unos deliciosos batidos de fruta natural; al salir de trabajar, me acerqué a por mi dosis de vitaminas diaria y me encontré a esta familia sentada en su puerta, muy bien iluminada por la cálida luz rasante del temprano atardecer romano. La fotografía quizá sea algo ñoña, pero me gusta porque la ausencia de turistas en ese instante le da una suerte de calma sosegada a esa tarde de final de verano en la Ciudad Eterna.
Fujifilm XE-3 con 18-55mm @55mm, f:5,6, 1/280 seg, ISO 400