Volviendo sobre esta foto...
En alguna ocasión he dicho que el retrato (y esta foto lo es -en mi opinión, claro-) que a mí me gusta, es el retrato informal. Por supuesto, no tengo nada en contra, ¡faltaría más!, del retrato bien controlado (por el que lo sepa controlar bien) en laboratorio, estudio y/o aledaños a estos. Y disfruto además bastante de ese retrato salido de la factoría fotográfica, donde se vea poesía... Es decir, cuando tiene poesía. Ya sea esta poesía lírica, épica o dramática.
La poesía a la que me refiero debe de darse no solo en la forma, sino también en el fondo. La forma estaría delimitada por la técnica fotográfica. Y todos sabemos más o menos implícitamente qué es esto de la técnica fotográfica. En cuanto al fondo, entiendo que hay poesía fotográfica cuando la fotografía (de retrato) habla del hombre (en sentido genérico: de lo humano) siempre en términos de respeto, de honradez, de amistad, de amor... Aunque en el retrato individual o de grupo se traten temas, como digo, dramáticos, épicos, líricos. Lo que no me gusta, en términos generales, es lo excesivo.
Pero es en el retrato informal, en el casual, improvisado, el que está lejos de la pose o de los morritos..., donde puede residir en mi opinión la más acendrada poesía fotográfica. Pero aquí, para que se dé un gran retrato, además de lo dicho antes, tiene que dar su visto bueno el Azar con su varita de magia voluble muchas veces, y galardonar a algún dichoso mortal a la hora de disparar una cámara.
Un saludo.