Y es que el inicio de mi idilio con Fujifilm data de mediados de los ochenta, cuando “descubro” Fujichrome 100D y 400D: fue amor a primera vista. Hasta entonces para mí el color había sido cosa de Ektachrome. De todas formas mi reino era el blanco y negro: Ilford (FP4 y HP5) para los trabajos normales, así como la increíble Kodak Tri-X y sus forzados a 1600 ASA para los especiales: el olor del laboratorio me embriagaba.
Por aquel entonces creía que era un buen fotógrafo y contaba con un equipo muy ortodoxo: dos cuerpos Pentax ME-Super motorizados, uno MX y objetivos de 28, 50, 100, 135, 200 y 400 mm. Pero también muy pesado.
Diez años después participé en un taller del gran Schommer con mi MX y mi Fujichrome. Fiel a la tradición, para mí, zooms y AF eran porquería. Otro participante usaba un equipo aún más mítico: la Leica M4-P. Los demás autofocus con zooms… “Pobrecillos”. Pero se me cayeron mis dos mitos. El primero: Schommer nos hizo ver la poca importancia que le daba al equipo, no era más que un instrumento para su creación. En aquel momento el usaba una Nikon F4 con un zoom NIkkor 28-85 AF. Mi alma en los pies. El segundo: tras el resultado del taller y las odiosas comparaciones, tengo que aceptar la realidad que hasta ahora no quería ver: no tengo talento para la fotografía.
Prácticamente lo dejo hasta que en el 2000 compro la primera cámara digital, y después le siguen otras cada vez más pequeñas: me he cansado de cargar con peso y ya sólo soy fotógrafo dominguero. Enero de 2014, descubro la Fujifilm X-20 y Fujistas, todo a la vez. Nada más verla me recuerda la Leica M4-P que nunca tuve: de forma casi convulsiva me compro la X-20, me doy de alta en Fujistas y me presento.
No tengo talento para la fotografía, de acuerdo, pero me gusta. También me gusta mi Fujifilm X-20.
Gracias por aguantarme.
Fernando
Por aquel entonces creía que era un buen fotógrafo y contaba con un equipo muy ortodoxo: dos cuerpos Pentax ME-Super motorizados, uno MX y objetivos de 28, 50, 100, 135, 200 y 400 mm. Pero también muy pesado.
Diez años después participé en un taller del gran Schommer con mi MX y mi Fujichrome. Fiel a la tradición, para mí, zooms y AF eran porquería. Otro participante usaba un equipo aún más mítico: la Leica M4-P. Los demás autofocus con zooms… “Pobrecillos”. Pero se me cayeron mis dos mitos. El primero: Schommer nos hizo ver la poca importancia que le daba al equipo, no era más que un instrumento para su creación. En aquel momento el usaba una Nikon F4 con un zoom NIkkor 28-85 AF. Mi alma en los pies. El segundo: tras el resultado del taller y las odiosas comparaciones, tengo que aceptar la realidad que hasta ahora no quería ver: no tengo talento para la fotografía.
Prácticamente lo dejo hasta que en el 2000 compro la primera cámara digital, y después le siguen otras cada vez más pequeñas: me he cansado de cargar con peso y ya sólo soy fotógrafo dominguero. Enero de 2014, descubro la Fujifilm X-20 y Fujistas, todo a la vez. Nada más verla me recuerda la Leica M4-P que nunca tuve: de forma casi convulsiva me compro la X-20, me doy de alta en Fujistas y me presento.
No tengo talento para la fotografía, de acuerdo, pero me gusta. También me gusta mi Fujifilm X-20.
Gracias por aguantarme.
Fernando