El equipo que me llevé y las fotos traje

Esta entrada es un pequeño balance sobre el saldo en fotos del equipo que me llevé de vacaciones. Viene a ser como mi autorrespuesta particular a esta otra entrada mía en el hilo sobre el tema. No la incluyo allí porque creo que sería salirse demasiado del hilo, con consideraciones poco objetivas.

Haciendo algo de caso a quienes (con buen criterio) me aconsejaban no llevar tanto cachibache, acarreé al final la Panasonic GX-9 y la Sony α6600. Para la primera llevé como ópticas los Pana 14mm f2.5, 30mm f2.8 y 45-175 f4; y los Oly 25mm y 45mm (ambos f1.8). Con la Sony, solo llevé su zoom 18-135mm f3.5 y el Samyang AF 12mm f2.

Junto con ello, una batería extra en el caso de la Panasonic, cargadores de ambas cámaras, una mochila pequeña y un bolso de colgar, pera y trapito de limpìeza y trípode (Manfrotto Compact Advanced).

¿Qué hice con todo este circo?

Para empezar, aclaro que iba a un destino rural en plan de familia (Hermisende, Zamora), con una ida previa para dejar a parte del grupo familiar y una escapada intermedia de tipo más turístico (La Rioja). Como tuve que volver por casa, dejé una parte del equipo allí en el primer viaje. De todos modos, en conjunto no resulta especialmente gravoso desplazar toda esa parafernalia, especialmente por el reducido tamaño y peso de la parte del sistema micro cuatro tercios. Cuando además puedes tenerlo todo en una casa familiar no temes por el equipo.

De todas maneras sobraban cosas: el trípode, por ejemplo, no estoy hecho a su uso y aunque seguro que podría mejorar mis resultados, no es imprescindible en el tipo de foto que hago ahora mismo. No salió de su funda. Un peso que podía haberme ahorrado.

El resto lo usé todo. Pero obviamente, no todo con el mismo resultado. Yo creo que el gran triunfador de mi periplo fue el Samyang AF 12mm f2. Creo que obtuve algunas de las imágenes que más me gustan y da bastante juego en paisaje y arquitectura. Otras cosas, evidentemente, no las cubre: no es lo mejor para retratrar, salvo que quieras darle a los sujetos una estética a lo "Los nibelungos" de Fritz Lang. Si no se siente uno "expesionista alemán", pues mejor intentar esos retratos con el zoom, que lo apaña bien.

En micro cuatro tercios, el 14mm y el tele fueron de lo que más empleé (ya lo decía @jotae), aunque también me sentí cómodo y creo que logré alguna foto decente con el 25 y el 45 de Oly. Quizá el Pana 30mm es el que podía haber dejado también en casa.

Eché de menos cosas, eso sí: no planifiqué bien el sistema de copia de seguridad y me llevé para ello un tablet con el que no podía hacerlo fácilmente. Así que no volqué las tarjetas hasta que estuve de vuelta: un pequeño riesgo que seguro que a alguien le habrá dado un disgusto alguna vez.

Si pensábais que os íbais a librar de el visionado de alguna de mis "joyas", vais dados: aquí os pego algunas para dar apoyatura gráfica al asunto.

Si has llegado hasta aquí leyendo y viendo fotos, eres un amig@ 😘 Grasias de antebraso.
 
Mis comentarios en este hilo y en otros respecto del equipo ideal a llevar en cada ocasión no pretenden "sentar cátedra" acerca de lo mejor en cada circunstancia sino, en el mejor de los casos, ahorrar a los posibles interesados todo el tiempo perdido por mi parte en el maldito cacharreo, que ha supuesto eso, exactamente: una lamentable pérdida de tiempo que, sin embargo, me ha permitido llegar a la conclusión final de la simplicidad máxima, forzada, además, por la inevitable limitación física que suponen la edad y sus achaques. En resumen: no hay mal que por bien no venga y, además, "el que no se consuela es porque no quiere". Así que yo me consuelo pensando que todo ese tiempo perdido ha servido, al menos, para ayudarme a elegir la mejor opción al necesario minimalismo de mi equipo en las actuales circunstancias.
De modo que, ahora mismo, encuentro sumo placer en el uso de una Olympus EM5 mark III calzada EXCLUSIVAMENTE con el Zuiko 12-45 mm. f:4. Y en un bolsillo, si acaso, un pequeñajo e inigualable Lumix 35-100 mm. f:4. Ningún otro sistema iguala siquiera esa ligereza y esa versatilidad. Pero insisto: no es "lo mejor de lo mejor", pero tampoco necesito más. Y, probablemente, otros muchos podrían decir lo mismo sin tener mis limitaciones.
 
Mis comentarios en este hilo y en otros respecto del equipo ideal a llevar en cada ocasión no pretenden "sentar cátedra" acerca de lo mejor en cada circunstancia sino, en el mejor de los casos, ahorrar a los posibles interesados todo el tiempo perdido por mi parte en el maldito cacharreo, que ha supuesto eso, exactamente: una lamentable pérdida de tiempo que, sin embargo, me ha permitido llegar a la conclusión final de la simplicidad máxima, forzada, además, por la inevitable limitación física que suponen la edad y sus achaques. En resumen: no hay mal que por bien no venga y, además, "el que no se consuela es porque no quiere". Así que yo me consuelo pensando que todo ese tiempo perdido ha servido, al menos, para ayudarme a elegir la mejor opción al necesario minimalismo de mi equipo en las actuales circunstancias.
De modo que, ahora mismo, encuentro sumo placer en el uso de una Olympus EM5 mark III calzada EXCLUSIVAMENTE con el Zuiko 12-45 mm. f:4. Y en un bolsillo, si acaso, un pequeñajo e inigualable Lumix 35-100 mm. f:4. Ningún otro sistema iguala siquiera esa ligereza y esa versatilidad. Pero insisto: no es "lo mejor de lo mejor", pero tampoco necesito más. Y, probablemente, otros muchos podrían decir lo mismo sin tener mis limitaciones.
¿Zuiko 12-45 mm. f:4? ¿mejor que el Pana 12-60 f3.5? 🤔
 
¿Zuiko 12-45 mm. f:4? ¿mejor que el Pana 12-60 f3.5? 🤔
Digamos que es un capricho, por soldarle a la Olympus un Zuiko polivalente y de calidad contrastada. El 12-60 mm. es para llevarlo en la Lumix GX8, sobre todo cuando no quiera llevar más ópticas, porque esas focales equivalentes entre 24 y 120 mm. me son suficientes para todo.
Una lástima no poder hacer lo mismo en Fuji X.
 
FotoPrecios mínimos del día.
Menudas disquisiciones os traeis con un tema para el que no hay solución posible. Cuando compre mi XT3 lo hice con el 16 f1.4 y durante seis meses solo hacía fotos con eso (pasito hacia delante o hacía atrás en fución de las circunstancias) y contento que estaba porque me estrujaba la mente buscando conseguir encuadres atractivos con lo que tenía. Posteriormente me hice con el 16-55 y como dice Nacho con esté se amplio la posibilidad de hacer más cosas al tiempo que se reducían mis pasos y desvelos por buscar encuadres. Con el 100-400 unos 8 meses más tarde entre en el mundo de las aves y ahora de vacaciones me voy con todo por si acaso.... surge algo imprevisto.
Quiero decir que, en mi caso particular, tener más equipo me genera dudas o temor a perder fotos que antes y esto me hace cargar en la muchas ocasiones con todo el equipo que no es ligero precisamente. Mientras el cuerpo aguante....
 
Menudas disquisiciones os traeis con un tema para el que no hay solución posible. Cuando compre mi XT3 lo hice con el 16 f1.4 y durante seis meses solo hacía fotos con eso (pasito hacia delante o hacía atrás en fución de las circunstancias) y contento que estaba porque me estrujaba la mente buscando conseguir encuadres atractivos con lo que tenía. Posteriormente me hice con el 16-55 y como dice Nacho con esté se amplio la posibilidad de hacer más cosas al tiempo que se reducían mis pasos y desvelos por buscar encuadres. Con el 100-400 unos 8 meses más tarde entre en el mundo de las aves y ahora de vacaciones me voy con todo por si acaso.... surge algo imprevisto.
Quiero decir que, en mi caso particular, tener más equipo me genera dudas o temor a perder fotos que antes y esto me hace cargar en la muchas ocasiones con todo el equipo que no es ligero precisamente. Mientras el cuerpo aguante....
Sí, ya lo creo que hay solución posible: en el micro 4/3. No somos profesionales y, por tanto, no necesitamos de esa máxima calidad que se les exige, sobre todo para fotografía de producto. Además, como ya hemos dicho incontables veces: lo importante es el indio, no la flecha. Y, francamente, hoy es difícil encontrar un equipo tan ligero, portable y versátil y con la calidad que ofrece el que, finalmente, he conseguido, tanto en micro como en APS-C Fuji. Y todo por muy poco dinero.
 
Durante muchos años (y hace muchos ya) practiqué artes marciales, primero algo de judo y posteriormente karate. No karate sin más: karate estilo shotokan, que luego pasó a apellidarse (en el gimnasio al que iba) shotokan JKA (las siglas de Japan Karate Asociation). El estilo de karate shotokan se caracteriza por practicar posiciones amplias, bajas y fuertes; y por el trabajo de la cadera. Nos movíamos más lentos que los de estilo Genseiryū, sí: pero siempre presumíamos de que la solidez de nuestra posición contribuía a afianzar la potencia de los golpes y a no ser tan vulnerables frente a los barridos del adversario... Yo, que siempre he sido de natural cobardón, era más bien un karateka técnico, con un buen nivel en kata, pero flojo en kumite (combate): me faltaba agresividad...

Durante años nos insistieron en la importancia del trabajo técnico, la corrección de las posiciones, el recorrido exacto de brazos y piernas en cada golpe o patada... Un día nos trajeron para un cursillo intensivo de tres días a un gran maestro de Japón: Taiji Kase, historia viva del karate, alumno del mismísimo Gichin Funakoshi (el fundador del karate moderno), expiloto kamikaze de la Armada Imperial Japonesa que tuvo la suerte de sobrevivir a la II Guerra Mundial. Un tipo bajito y rechoncho (andaría sobre el 1,65 y pesaba más de 90 kilos) en cuya práctica del karate difícilmente se podían vislumbar todos aquellos detalles casi sagrados de la técnica; y sin embargo, hacía volar con contundencia a los adversarios, como en las pelis del género.

Yoko geri es una patada lateral que requiere elevar el pie hasta la altura de la rodilla para lanzar luego la pierna con fuerza, impulsada por un fuerte golpe de cadera... Kase era tan redondo que no era fácil ver si metia o no cadera; tampoco parecía que doblara mucho la pierna. Simplemente la lanzaba y ¡caray, qué pegada!

A los alumnos todo esto nos llamaba la atención y los maestros explicaban que el camino de la técnica al final debía conducir a eso que hacía Kase: adaptar la técnica a las posibilidades de su cuerpo. No hacía karate: hacía SU karate.

Bien es verdad que el karate personal de uno, el que lleva dentro, no sale de la noche a la mañana; y que el entrenamiento físico general del cuerpo (la "herramienta") es un poderoso aliado para mejorar la efectividad de un arte marcial.

Lo que intento decir con toda esta batallita que ya se me ha ido de madre, esta analogía que según escribo me va pareciendo cada vez más forzada, es que cada uno tenemos que llegar a NUESTRA Fotografía. Sacar esa visión personal, que probablemente es al final lo único interesante que podemos aportar, requiere indudablemente técnica y también un "cuerpo" (la herramienta); y todo ello hay que conjuntarlo a través de la práctica.

La información, las enseñanzas y los consejos que vamos obteniendo son muy importantes; tener un equipo de calidad, también ayuda. Pero efectivamente, lo esencial será llegar a sacar lo que llevamos dentro y será a través de la práctica.

Yo creo que no es fácil llegar a encontrar ese "feeling" del aparataje que te da absoluta comodidad en el trabajo fotográfico y que luego, cuando llegas al ordenador a descargar los archivos te da la satisfacción de encontrar lo mismo que creíste ver por el visor cuando disparabas la foto. Y aunque no creo que llegue a ser en la Fotografía como el maestro Kase en el karate, confío en encontrar algún día el "punto dulce" en el que me despreocupe más de la técnica y la herramienta y disfrute de mi enfoque.

DSCF4053_Ed.jpg

No recuerdo ni quién, ni con qué cámara...
 
¡Menudo ejemplo!
Pues... a mis ya 71 tacos, tengo una ligera idea de la fotografía que me gusta hacer como para saber si mi equipo se adapta mejor o peor a ella y me satisface, por encima del vicio del cacharreo que tan sólo me ha aportado "distracción" de lo realmente importante. Pero lo que sí tengo muy clarito a estas largas y nevadas alturas es qué fotografía NO ME GUSTA practicar, que es todo cuanto requiere de una puesta en escena: bodegón y fotografía de estudio. Tampoco me gusta el retrato, tal vez porque, en el fondo, tengo algo de esa filosofía oriental por la que se cree que la fotografía "roba el alma", razón por la que eludo fotografiar a la gente si es reconocible. Y tampoco me atrae en lo más mínimo la fotografía de bichitos ni la macro, razón por la que nunca comento esos tipos de fotografía, por respeto.
En realidad, la necesidad de simplificar al máximo el equipo me ha hecho dar mayor importancia al "qué" en lugar de al "cómo". No olvido que estoy en esto de "pintar con la luz" ante mi incapacidad de hacerlo con los pigmentos. Sin embargo, siempre echo en falta, cuando paseo por el campo, sentarme a la sombra de un árbol para esbozar, siquiera desde mi simplicidad, unos trazos que me recuerden mis tiempos de la niñez, cuando era tan feliz como un tonto con un lápiz... y el tonto era yo.
Y, por cierto, y hablando de simplicidad, flipo en colores cuando, tras pasar los archivos fotográficos al ordenador, aparto los jpeg directos de cámara y les doy una pasadita por el Snapseed en la tablet y compruebo que, en realidad, en la mayoría de ellos no necesito de más retoques para lograr lo que he visto. Y entonces me pregunto: ¿para qué más?
 
Durante muchos años (y hace muchos ya) practiqué artes marciales, primero algo de judo y posteriormente karate. No karate sin más: karate estilo shotokan, que luego pasó a apellidarse (en el gimnasio al que iba) shotokan JKA (las siglas de Japan Karate Asociation). El estilo de karate shotokan se caracteriza por practicar posiciones amplias, bajas y fuertes; y por el trabajo de la cadera. Nos movíamos más lentos que los de estilo Genseiryū, sí: pero siempre presumíamos de que la solidez de nuestra posición contribuía a afianzar la potencia de los golpes y a no ser tan vulnerables frente a los barridos del adversario... Yo, que siempre he sido de natural cobardón, era más bien un karateka técnico, con un buen nivel en kata, pero flojo en kumite (combate): me faltaba agresividad...

Durante años nos insistieron en la importancia del trabajo técnico, la corrección de las posiciones, el recorrido exacto de brazos y piernas en cada golpe o patada... Un día nos trajeron para un cursillo intensivo de tres días a un gran maestro de Japón: Taiji Kase, historia viva del karate, alumno del mismísimo Gichin Funakoshi (el fundador del karate moderno), expiloto kamikaze de la Armada Imperial Japonesa que tuvo la suerte de sobrevivir a la II Guerra Mundial. Un tipo bajito y rechoncho (andaría sobre el 1,65 y pesaba más de 90 kilos) en cuya práctica del karate difícilmente se podían vislumbar todos aquellos detalles casi sagrados de la técnica; y sin embargo, hacía volar con contundencia a los adversarios, como en las pelis del género.

Yoko geri es una patada lateral que requiere elevar el pie hasta la altura de la rodilla para lanzar luego la pierna con fuerza, impulsada por un fuerte golpe de cadera... Kase era tan redondo que no era fácil ver si metia o no cadera; tampoco parecía que doblara mucho la pierna. Simplemente la lanzaba y ¡caray, qué pegada!

A los alumnos todo esto nos llamaba la atención y los maestros explicaban que el camino de la técnica al final debía conducir a eso que hacía Kase: adaptar la técnica a las posibilidades de su cuerpo. No hacía karate: hacía SU karate.

Bien es verdad que el karate personal de uno, el que lleva dentro, no sale de la noche a la mañana; y que el entrenamiento físico general del cuerpo (la "herramienta") es un poderoso aliado para mejorar la efectividad de un arte marcial.

Lo que intento decir con toda esta batallita que ya se me ha ido de madre, esta analogía que según escribo me va pareciendo cada vez más forzada, es que cada uno tenemos que llegar a NUESTRA Fotografía. Sacar esa visión personal, que probablemente es al final lo único interesante que podemos aportar, requiere indudablemente técnica y también un "cuerpo" (la herramienta); y todo ello hay que conjuntarlo a través de la práctica.

La información, las enseñanzas y los consejos que vamos obteniendo son muy importantes; tener un equipo de calidad, también ayuda. Pero efectivamente, lo esencial será llegar a sacar lo que llevamos dentro y será a través de la práctica.

Yo creo que no es fácil llegar a encontrar ese "feeling" del aparataje que te da absoluta comodidad en el trabajo fotográfico y que luego, cuando llegas al ordenador a descargar los archivos te da la satisfacción de encontrar lo mismo que creíste ver por el visor cuando disparabas la foto. Y aunque no creo que llegue a ser en la Fotografía como el maestro Kase en el karate, confío en encontrar algún día el "punto dulce" en el que me despreocupe más de la técnica y la herramienta y disfrute de mi enfoque.

No recuerdo ni quién, ni con qué cámara...
Me has recordado mis años mozos, aunque yo practicaba el estilo Kyokushinkai. ;)
 
¡Menudo ejemplo!
Pues... a mis ya 71 tacos, tengo una ligera idea de la fotografía que me gusta hacer como para saber si mi equipo se adapta mejor o peor a ella y me satisface, por encima del vicio del cacharreo que tan sólo me ha aportado "distracción" de lo realmente importante. Pero lo que sí tengo muy clarito a estas largas y nevadas alturas es qué fotografía NO ME GUSTA practicar, que es todo cuanto requiere de una puesta en escena: bodegón y fotografía de estudio. Tampoco me gusta el retrato, tal vez porque, en el fondo, tengo algo de esa filosofía oriental por la que se cree que la fotografía "roba el alma", razón por la que eludo fotografiar a la gente si es reconocible. Y tampoco me atrae en lo más mínimo la fotografía de bichitos ni la macro, razón por la que nunca comento esos tipos de fotografía, por respeto.
En realidad, la necesidad de simplificar al máximo el equipo me ha hecho dar mayor importancia al "qué" en lugar de al "cómo". No olvido que estoy en esto de "pintar con la luz" ante mi incapacidad de hacerlo con los pigmentos. Sin embargo, siempre echo en falta, cuando paseo por el campo, sentarme a la sombra de un árbol para esbozar, siquiera desde mi simplicidad, unos trazos que me recuerden mis tiempos de la niñez, cuando era tan feliz como un tonto con un lápiz... y el tonto era yo.
Y, por cierto, y hablando de simplicidad, flipo en colores cuando, tras pasar los archivos fotográficos al ordenador, aparto los jpeg directos de cámara y les doy una pasadita por el Snapseed en la tablet y compruebo que, en realidad, en la mayoría de ellos no necesito de más retoques para lograr lo que he visto. Y entonces me pregunto: ¿para qué más?
No, si está claro que el tema da para muchísimo: acabas de exponer otro punto esencial (no había ni pensado en ello) con eso de saber qué no quieres. A mi sí me gusta mucho el retrato, pero en línea con ese espíritu "cobardón" que me impedía ser un karateka efectivo, no soy capaz de hacer "robados" por la calle. La fauna y la flora tampoco me llaman con locura, aunque alguna foto de bicho se ha terciado, quizá intentando buscar retrato, más que otra cosa. Me llama mucho la atención la fotografía de arquitectura y suelo hacer fotos de "rincones" que me llaman la atención. Me encantaría hacer paisaje, pero de momento soy negao, no veo qué encuadrar cuando me asomo al visor (y vivo en Asturias, vaya tela).
 
No, si está claro que el tema da para muchísimo: acabas de exponer otro punto esencial (no había ni pensado en ello) con eso de saber qué no quieres. A mi sí me gusta mucho el retrato, pero en línea con ese espíritu "cobardón" que me impedía ser un karateka efectivo, no soy capaz de hacer "robados" por la calle. La fauna y la flora tampoco me llaman con locura, aunque alguna foto de bicho se ha terciado, quizá intentando buscar retrato, más que otra cosa. Me llama mucho la atención la fotografía de arquitectura y suelo hacer fotos de "rincones" que me llaman la atención. Me encantaría hacer paisaje, pero de momento soy negao, no veo qué encuadrar cuando me asomo al visor (y vivo en Asturias, vaya tela).
Pues... tal vez sea por eso. Lo cierto es que Asturias te satura la mirada con tanta belleza en la que es difícil seleccionar. Yo, por ejemplo, no me he traído más que las pocas fotos que he publicado en mi Flickr, sin más. El resto han sido disparos para el recuerdo. Y muchas fotos echadas a perder, una vez más, por el puñetero Fujinon XC 15-45 mm. que me ha vuelto a fallar en su ya habitual comportamiento irregular. En adelante se quedará como pisapapeles.
 
No puedo aportar argumentos de peso a estas disertaciones pero, si mi experiencia personal. Me gusta la fotografía en general, pero como no estoy especialmente dotado para el arte, mi concepción del mismo se basa en la simple percepción de la belleza material, me cuesta ir más allá de la que me parece esteticamente bello o armonioso. Esa y solo esa es la razón de que el paisaje, el retrato y la fotografía de fauna sean mis preferidas. Eso me obliga a llevar angulares, teles y también el peso de un buen trípode.
Un artista es capaz de otorgar una visión atrayente y explicativa de lo que ve, sea o no esteticamente atrayente. Yo solo soy notario de la realidad que me rodea y no siempre acierto plasmándola
 
Última edición:
No puedo aportar argumentos de peso a estas disertaciones pero, si mi experiencia personal. Me gusta la fotografía en general, pero como no estoy especialmente dotado para el arte, mi concepción del mismo se basa en la simple percepción de la belleza material, me cuesta ir más allá de la que me parece esteticamente bello o armonioso. Esa y solo esa es la razón de que el paisaje, el retrato y la fotografía de fauna sean mis preferidas. Eso me obliga a llevar angulares, teles y también el peso de un buen trípode.
Un artista es capaz de otorgar una visión atrayente y explicativa de lo que ve sea o no esteticamente atrayente. Yo solo soy notario de la realidad que me rodea y no siempre acierto plasmándola
Yo creo que la capacidad artística también se entrena, @Sr. Parrish y ademas, permítime el juicio, creo que tu caso es paradigmático: cuando empecé a seguirte por aquí se te veía con un enfoque mucho más "técnico", pero no has parado de experimentar cosas y, como estás sobrado de imaginación, has ido tocando teclas con las que ya manejas un repertorio muy bueno. Tú ya piensas la foto antes de hacerla y buscas la manera de hacerla. Eso es arte, en alguna medida.
 
Todo se puede entrenar eso es cierto, pero ya te digo yo que no estoy especialmente dotado ni tengo una predisposición ejemplar. En cuanto a lo que comentas sobre que experimentas cosas, pues es lógico. Me he leído muchos blogs de fotografia, sigo a grandes paisajistas y a compañeros del foro que hacen virgurias, veo canales de YouTube, etc siempre con la intención de mejorar y claro, eso te lleva a valorar que quieres obtener, con qué técnica, qué hora es la más óptima... y todo eso lleva planificación.
En definitiva pararse es morir, así que la evolución no es una opción, es una obligación.
Gracias por considerar que hago alguna foto visible.
 
Mi pregunta es... ¿ en tu próximo viaje volverás a llevarte el mismo equipo, o lo reducirás??.

Decía Jhon Edgecoe en los 70, que con un 28, un 50 y un 135 (o 105) se podía dar la vuelta al mundo sin necesitar nada más.

Saludos.
 
Mi pregunta es... ¿ en tu próximo viaje volverás a llevarte el mismo equipo, o lo reducirás??.

Decía Jhon Edgecoe en los 70, que con un 28, un 50 y un 135 (o 105) se podía dar la vuelta al mundo sin necesitar nada más.

Saludos.
Je: y es una de las buenas preguntas @ojomalo (buen ojo para preguntar). A día de hoy creo que un viaje similar lo reduciría, pero poco. Tal vez renunciaría a llevar el trípode (no salió de la funda en dos semanas), sí irían dos cámaras (una apsc y una micro 4/3) y trataría de limitar los objetivos: 2-3 o 3-2, respectivamente. Creo que es necesaria esa asepsia.

Trataría de llevar mejor organizado el tema de la copia de seguridad (otros años lo hice bien, pero no quería llevar portátil y con una tablet es posible, pero hay que llevar los cables y adaptadores adecuados). Estoy convencido de que es beneficioso hacer ese ejercicio de simplificación... pero me cuesta.
 
Durante mucho tiempo, mi equipo de viaje era un 20, un 35 y un 105. Y no eché en falta nada más.
Yo, con eso, tampoco echaría nada en falta. Pero sí con lo de Edgecoe. Es que no es igual ni de lejos.
Entre el 20mm y el 28mm hay un mundo. Y a mi ese mundo me encanta. En varios viajes he ido de diferentes formas, entre ligero y en modo sherpa 😂, pero de todo lo que podía haberse quedado en casa, el gran angular, nunca.
De hecho, casi siempre las fotos del 20mm están entre mis favoritas cuando las miro en casa, al volver y pasado el tiempo.
 
Yo, con eso, tampoco echaría nada en falta. Pero sí con lo de Edgecoe. Es que no es igual ni de lejos.
Entre el 20mm y el 28mm hay un mundo. Y a mi ese mundo me encanta. En varios viajes he ido de diferentes formas, entre ligero y en modo sherpa 😂, pero de todo lo que podía haberse quedado en casa, el gran angular, nunca.
De hecho, casi siempre las fotos del 20mm están entre mis favoritas cuando las miro en casa, al volver y pasado el tiempo.

Desde hace muchos años digo que mi zoom ideal seria un 20-50 f/2.8 (en FF o un 13-33 f/2.8 en apsc) que nadie hace, y que rara vez quitaría de la cámara, más un 85 f/1.8 para retrato y alguna otra cosa.
 
Desde hace muchos años digo que mi zoom ideal seria un 20-50 f/2.8 (en FF o un 13-33 f/2.8 en apsc) que nadie hace, y que rara vez quitaría de la cámara, más un 85 f/1.8 para retrato y alguna otra cosa.
Pues sí. De hecho, lo del 20-50mm, aunque no es f2.8, sí lo ha hecho Panasonic cuando sacó la sinespejo FF. Y de la otra focal que mencionas, me pasó con una réflex Nikon D90, al comprar de segunda mano un Sigma 15-30mm (pensando en FF en realidad, para complementar un 28-105m que ya tenía). Resultó que esa focal me era muy útil "transformada" en un 22-45mm. Lo usé muchísimo. Más de lo que creí a priori y más que luego con la FF.
Por eso el humilde Fujinon 15-45mm a muchos nos pasa que como zoom para viaje y callejeo, nos va perfecto (hablo estrictamente de las focales, no de otras caracterìsticas ópticas o de construcción).
 
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