Estoy contigo, Xixo. Darle una cámara muy avanzada a un principiante es condenarle al aburrimiento y la frustración. La mejor manera de entrar en contacto y aprender los fundamentos básicos de la fotografía digital es hacerlo con una cámara sencilla, de introducción. Una vez arraigada la afición (por supuesto sin ínfulas de ser ya un buen fotógrafo) ya se está en disposición de decidir y optar por lo importante y aspirar a una cámara que responda a las nuevas exigencias.Yo, que a estas alturas ya sabéis que me gusta llevar mucho la contraria, sigo opinando que para un fotógrafo principiante es mejor una cámara más sencilla y menos compleja. Las nuevas cámaras incluyen muchas funcionalidades para casos muy específicos o aplicaciones muy concretas que un aficionado normal jamás usará en su vida.
Por supuesto cada cual es dueño de comprarse con su dinero lo que quiera pero simplemente creo que va en contra del aprendizaje fotográfico que debe hacer toda aficionado, y a eso me refiero a entender cómo funciona la luz y los parámetros básicos de la exposición y no el funcionamiento de una computadora de abordo me parece digna de un cazabombardero.
Y aunque muchos digáis que una cámara más avanzada le servirá para más adelante, yo simplemente creo que es un impedimento para el aprendizaje.
Recuerdo perfectamente las fotografías que hacía con una Canon 5D clásica una cámara de tan solo 12 megapíxeles full frame y sin vídeo. Tenía los automatismos justos y sacaba unas fotos impresionantes y eso sin tener que perderte entre páginas y páginas de menú que muchas veces no te aportaban nada, pero lo más importante es que cuando tenía que cambiar un parámetro lo hacía prácticamente de memoria o en unos segundos y no tenía que desplazarme a través de menús interminables buscando opciones que muchas veces no aportaban nada a la fotografía.
Por poner otro símil es como si aún conductor Novel le damos un Fórmula 1.
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En mi anterior comentario me refería, más bien, a los complicados menús de algunas cámaras más que a sus herramientas disponibles. La calidad pedagógica de los artífices de tales menús y de los manuales de uso es, evidentemente, nula. Después está la valoración que cada cual haga de tales herramientas en función del tipo de fotografía a practicar.