Yo creo que de vez en cuando a algún ingeniero se le ilumina la bombilla, y saca un nuevo modelo de cámara o de objetivo que supone un cambio diferencial importante, ese que siempre estábamos esperando, ese botón donde más falta nos hacía, esa función que echábamos de menos y que nunca encontramos en nuestra cámara favorita, en todos estos casos cuando cambias de equipo lo notas y lo agradeces.
En estos casos el GAS se agradece y merece la pena. En muchos otros las mejoras son muy marginales y salvo el repentino chute de endorfinas que supone el darle al botón de comprar, poca o ninguna satisfacción añade.
Al fin y al cabo la mayoría de los hábitos de compra van guiados por el corazón y no la razón. Eso lo saben muy bien los publicistas y marketinianos. Apelan a los intangibles, al tener más que el vecino, el coche más rápido, el último iPhone...
Está en la naturaleza del ser humano ser así. Algunos intentamos sustraernos a ello, no con mucho éxito.
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