La verdad es que no he conocido, ni conozco, un niño (de cuatro años y medio) tan reflexivo, tan serio, tan preocupado por entenderlo todo, un niño que haya hecho, y hace, tantas preguntas. Tantas preguntas, como M., ni nieto mayor. Es agotador escucharle e intentar resolver el millón de cuestiones que te pone sobre el tapete... Por cierto, aún no sabe leer ni escribir (!!!). Pero a pesar de ello, habla nuestra lengua materna mucho mejor que cualquier mozalbete de dieciocho años, de esos que suelen salir por cualquier tv balbuceando incongruencias... Por supuesto, también tiene él sus sombras.