Por eso he puesto la definición de la RAE, porque cada uno puede usar el término a su manera.
Yo me considero aficionado y no fotógrafo, porque no vivo de ello, y es una afición. Siempre lo he entendido así. Realmente podemos considerarlo como sea, aunque las definiciones son las que son.
Lo de que un aficionado sólo contempla el trabajo de otros, no lo comparto. Nunca lo he entendido así, ni la definición real lo define como tal.
Por aficionado yo no entiendo ni patata ni pimiento ni mortadela, sino que puedo establecer una taxonomía dentro en la historia de la fotografía y, para el caso, y es lo importante aquí, unos valores retórico/discursivos dentro de enunciaciones.
Esos enunciados no son nuestros sino que forman parte de corrientes artísticas que puedo identificar porque se repiten. Cada uno no entiende las cosas a su manera y ya. La RAE no tiene que venir a solucionar un Babel que no existe. Las mismas adjetivaciones se repiten una y otra vez porque forman parte de ideologías.
Que la ambición es un pecado eso no lo establece una persona en su subjetividad, sino que tiene un origen religioso-culposo.
El caso es que el tener ambición es lo que te lleva a comprar una mejor cámara, un filtro, un objetivo o a registrarte en un foro de fotografía. Si tú no tienes ambición de aprender pues no te comes un tutorial de 4 horas hablando de color. Considerar la ambición como pecaminosa es una moral prácticamente franciscana.
Tú tienes la ambición de aprender, de hacer las cosas bien, de conseguir trasmitir, de lograr expresarte o de que una vez hecho, y estando tú satisfecho con tu trabajo, recibas un reconocimiento por ello. Eso implica compromisos.
Ser fotógrafo tiene algo que es malo y es bueno al mismo tiempo y es que viene aparejada de una responsabilidad. Eso es lo que da miedo y lo que se esconde tras esa identidad de aficionado.
En algún momento tienes que asumir que los demás tienen una opinión, una moral y que van a esperar de ti lo mejor. Eso es lo que cuesta. ¿Porqué? Porque tienes que dejar que los demás confíen en ti y estar dispuesto a decepcionarlos. Sino asumes el fracaso es imposible que seas fotógrafo, tú mismo boicotearás los procesos de aprendizaje que implican el serlo. Ni es una cuestión de tiempo, ni es una cuestión de capacidades sino de atreverse.
En la fotografía profesional hay excelentes fotógrafos, magníficos, pero también hay auténticos paquetes que si los sacas de un A, B y C no saben qué cosa hacer con la cámara. Esas personas, aunque sean profesionales, no son fotógrafos tal y como yo considero qué es ser fotógrafo.