Hace dos o tres años me enteré, por una amiga, de una jam que organizaba una pareja en su finca a 15 minutos de casa, de forma totalmente altruista. Lo único que se pide es llevar algo de comer y bebida para compartir entre todos, aparte de las ganas de pasarlo bien.
Personalmente, adoro las jams: tocas con gente que no conoces, suele haber mucha improvisación, descubres músicos y, en general, el ambiente suele ser muy bueno. Ese año coincidió que no tocaba, así que para allá me fuí, sony a7c en mano, y descubrí un evento realmente bonito, lo que debería ser siempre una jam sesión: mucha camaradería, buen rollo y felicidad por compartir música. Es todo muy familiar, desde niños de 3 años a mayores de 70 disfrutando de un día de música...