Hasta mi jubilación me he dedicado al teatro, tanto en la docencia, como en la dirección, y este debate me recuerda a las agrias polémicas que existieron en la década de los ochenta en el mundillo teatral a este respecto. Esto obedecía a que la actividad teatral, excepto la dirigida por el antiguo régimen, era mayoritariamente la realizada por el teatro independiente, en su gran mayoría, sin formación técnica alguna, con hombres y mujeres con muchísima vitalidad, ganas y energía, pero faltos de cualquier tipo de conocimientos técnicos. Era la propia experiencia y el talento natural la que iba marcando la aparición de grandes artistas. Sólo después, a partir de esa maravillosa década se fueron definiendo las escuelas e institutos del teatro, y actualizando las escasas Escuelas de Arte Dramático (oficiales) existentes en el país entonces. Es en este escenario cuando comienza esta polémica, cuando el teatro independiente se "profesionaliza", sólo por el hecho de que sus integrantes vivían, al menos cubrían gran parte de sus gastos, con lo obtenido por sus trabajos escénicos. Es cuando se comienza por estas compañías a desvincularse del fenómeno aficionado, considerando lo realizado por estas compañías amateurs como teatro de inferior calidad artística, ya que se supone que al no dedicar el 100% de su actividad al teatro carecen del tiempo suficiente para desarrollar y estudiar la técnica necesaria para garantizar una mínima calidad en sus trabajos. No entro a desarrollar los términos de la polémica porque habría para escribir una tesis doctoral. A lo que voy es a que hoy en día esa polémica ya no existe. Ya se han desarrollado los suficientes medios docentes y de realización como para que cada persona que trabaja en alguno de los dos sectores sea perfectamente consciente de cuál es el lugar que ocupa y hasta dónde pretende llegar. En cuanto al resultado artístico, de creación, nadie lo reduce a un producto profesional o aficionado, y se hacen en este país producciones de aficionados de una gran calidad artística.
¿Y todo este tocho a dónde quiere ir? Pues a que pienso que sucede algo parecido actualmente con la fotografía. El mundo de lo digital ha convertido a la fotografía en una actividad de masas. Cualquiera es poseedor hoy día de una cámara digital, que permite visualizar el resultado al momento, sin revelados ni positivados, como sucedía anteriormente. ¿Son todos fotógrafos? Técnicamente, sí. Aquellas personas que estudien, que se preocupen en contar historias con sus fotografías, que analicen y digieran muchas exposiciones y estudien miles de fotografías, buscando cuál es la forma en que mejor se exprese su interpretación de la realidad, siempre intentado crear contenidos a partir de una imagen, ésos son fotógrafos, pero también, y sobre todo, son creadores, artistas en el más amplio sentido de la palabra. Los otros, los que disparan en automático y fotografían a la familia y la iglesia del pueblo donde se veranea, también son fotógrafos. Pero no artistas.
Entre estos dos modelos nos desarrollamos todos. Cada uno debe ser consciente de hasta dónde llega su búsqueda, o, incluso, si esa búsqueda merece la pena. ¿O vamos a negar la participación en este foro a una persona que se conforma con disparar en automático, y que no busca nada más que esa instantánea para guardarla como recuerdo?
Para terminar, en una entrevista a García Lorca, a raíz de la creación de La Barraca, la compañía de teatro universitario que fundó, le preguntaban que diferencia existe entre el teatro profesional y el aficionado, a lo que respondió que ninguna. Que sólo hay teatro bien hecho y teatro mal hecho. Simplemente. (La cita no es literal) Pues eso.