La libertad, la libertad, la libertad. Realmente, por mucho que la manoseen algunos este es un concepto amplio y universal. La libertad no es hacer lo que te de la real gana o llevar a cabo aquello que te sale de cualquiera de tus apéndices corporales. La libertad es un concepto que entre otras cosas implica la posibilidad de hacer, pero que tienes sus límites. Y sus límites para empezar están en el hecho de que mi libertad acaba donde empieza la de los demás. Ir con tu coche a donde quieras no es libertad, es simplemente hacer un uso por motivos personales de un vehículo de combustión. Ir de copas no es llevar a la práctica un ejercicio de libertad. Es curioso que en este país, los que ahora más hablan de libertad son los que durante décadas la estuvieron pisoteando y son los mismos que reivindican un régimen totalitario.
Hacer aseveraciones que desvirtúan acuerdos internacionales como el de la Agenda 2030 me parecen desde luego porque están hechas por políticos me parece un argumento demagógico y sobre todo falaz. Que esos acuerdos los firmaron políticos, por supuesto, son acuerdos internacionales y los firman los dirigentes de los países que los suscriben. ¿O quién los va a firmar, un fujista de renombre o el primero que pase por la calle?
Por otra parte, asentar la verdad de las afirmaciones que uno hace en el hecho de haber vivido un tiempo en Etiopía o estar fuera es otro argumento falaz, porque una cosa no lleva a la otra. Los problemas de Etiopía y de muchos otros países son fundamentalmente que siguen siendo colonias de países occidentales y no otros; allí alimentamos guerras, expolios, etc.
Que algunos piensen que de siempre se sabe que los políticos son mentirosos, ladrones y corruptos me parece una afirmación que nos sitúa al nivel del mismísimo dios, lo digo por aquello de la omnisciencia de la que este goza. Porque yo no pienso eso, no todos los políticos y políticas son eso ni mucho menos. Afirmaciones como esta eran las que hacían partidos como el nazi en Alemania, el fascista en Italia y la Falange en España. Esa es una generalización que no se sostiene, por mucho que se pongan ejemplos de políticos que sí lo sean.
Por ejemplo, cuando la pandemia se impusieron criterios de restricción, se podrá o no estar de acuerdo con ellos, pero se hicieron en base a criterios y planteamientos científicos, con lo poco o nada que se sabía entonces de la enfermedad. A toro pasado todo es fácil.
Sinceramente, la crisis climática está aquí. Que es obra del ser humano no lo niega ningún científico, claro que si consideramos que los que han elaborado el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, conocido por IPCC no son científicos, entonces apaga y vámonos. Ahí lo dejan claro, el cambio climático es una realidad y que su origen es antrópico lo es igualmente, le pese a quien le pese. Algunos se declararan escépticos, pues allá ellos, porque eso no va a cambiar la realidad.
Por otra parte, lo de la sustitución del vehículo de combustión por el eléctrico no es solo una cuestión motivada por la crisis climática, sino también por el agotamiento de los combustibles fósiles. El petróleo hace años que llegó a su pico y el resto están ya en él o próximos a alcanzarlo. Eso también es real. En todo esto se nos olvida que este sistema capitalista, tan magnífico porque me hacer creer que soy libre porque puedo ir con mi coche o en avión a donde quiera, se nos vende la idea de un crecimiento eterno y eso es falso. El propio concepto de economía nos dice que esta es una ciencia que tratar de armonizar dos conceptos antagónicos, como son la satisfacción de unos deseos y necesidades infinitos con unos recursos finitos (también enmascaran mucho lo de ciencia cuando quieren decir ideología). Ahí está la clave, los recursos son finitos y por lo tanto agotables y eso significa que su disponibilidad, si no son renovables, tiene unos límites claros. Y esto es lo que plantea la leyes de la termodinámica. Y los coches de combustión tienen, porque siempre lo tuvieron, una fecha de caducidad a los niveles de la sociedad de consumo que los vio crecer. Que en todo esto hay decisiones políticas, pues sí, porque la política no es otra cosa que la gestión de la polis, la gestión de las sociedades. Porque si no hubiese políticas ni políticos, deberíamos preguntarnos cómo sería nuestro mundo; imagino que sería un mundo salvaje, violento y depravado, mucho más que el actual. Y dudo mucho que se pudiera ir libremente donde se quisiera.