Cuando pienso en el año 2016, siento como los escalofríos cabalgan por mi espalda y estallan en mi nuca: fue el año que visité Marruecos, India y Nepal, casi nada para un amante de la fotografía. Estos lugares místicos supusieron un antes y un después a la hora de interpretar y entender la fotografía, ya que me enamoré profundamente de las personas y de sus menesteres diarios como objeto principal a reflejar en mi trabajo.
El “core” de mi estilo fotográfico cambia al fotografiar en España o fuera de Europa. Sin duda, cuando viajo más allá de las fronteras del mundo occidental, mi fotografía se basa más en documentar las escenas cotidianas de la vida de otras personas en países, dotándolas de un carácter intimista, llamativo y diferente a los ojos occidentales.
Estos lugares atípicos me empujan a mostrar al espectador la privacidad e intimidad de aquellos momentos que vivo en un instante preciso, en un lugar extraño, tratando de atrapar los segundos y transformarlos en escenas atemporales y perennes. Para mí son fotogramas entre latido y latido del corazón.
2017 ha sido un año pausado, con más tiempo para preparar la siguiente aventura. Una vez más, y resucitando aquellos sentimientos aventureros de años pasados, volví a sentirme embelesado con ese ideal soñador de explorar nuevos terrenos. Bajo el anhelo de repetir las legendarias andanzas que llevaron a Steve McCurry a fotografiar Asia (y le sirvieron para plasmar un trabajo irrepetible para la posteridad), mi proyecto se centró de nuevo en volver a Asia, aunque esta vez en visitar la región de Indochina: Myanmar, Camboya y Laos durante un mes.
Aprender, observar y ejecutar
En estos últimos viajes desarrollé la capacidad de observar a las personas, pero sobretodo, aprendí a dirigirme a ellas, estableciendo vínculos y conversaciones, mezclando la fotografía con intercambio de sonrisas: A veces basta con un gesto amable para empatizar con extraños y recibir su permiso para ser retratados; en cambio, hay otras personas a veces, se muestran más dubitativas ante mi apariencia extraña, y por ello requieren un intercambio previo de palabras y una introducción personal, para luego fotografiarles; y por último, están aquellos desconocidos que fotografío sin que noten mi presencia.
Todas estas situaciones conforman el ritual del fotógrafo documental, aquel que se dirige con atrevimiento a desconocidos con afán de retratar un momento único e irrepetible.
A través de grandes del género como Pieter Hugo, Steve McCurry, Sebastião Salgado, Jean Gaumy, Réhahn o Lynsey Addario, lentamente he ido componiendo en mi mente una idea de fotografía documental. Expresarla a través de mi cámara ha sido más complicado. Previamente necesito observar, mediante un estado de mimetización total con el entorno, para entender como fluye la vida alrededor, y entonces, es cuando me siendo dispuesto a ejecutar y pulso el botón de disparo.
Mi equipo fotográfico: Fuji X-T2 con el XF 16mm F1.4 y el XF 35mm F1.4
El mimetismo es una capacidad de adaptación al entorno, la cual ha de ser una característica innata en el fotógrafo. Por ello, viajar de mochilero es la manera más idónea para descubrir la esencia de un país desconocido; es un libro en blanco, abierto para plasmar recuerdos imborrables. Sin duda, esta forma de viajar es intensa e inolvidable, pero exhausta.
Llevar poco equipaje conlleva al ejercicio de saber qué queremos fotografiar y cómo lo vamos a hacer. Afortunadamente ya estoy acostumbrado a viajar “ligero de cascos”, por lo que, una vez más, decidí llevar tan solo el cuerpo de mi Fuji X-T2 con dos objetivos: el Fuji XF16mm f1.4 R WR y el Fuji XF35mm f1.4 R. Ambos son la combinación perfecta para cubrir la fotografía documental.
El 16mm es una herramienta fantástica para poder llevar a cabo la fotografía en mercados callejeros, templos, calles estrechas y laberínticas, paisajes y para fotografiar aquellas escenas de la vida donde a aparte de incluir al sujeto, quiero mostrar su entorno, con el fin de dar una información extra sobre el mundo que los rodea.
En cuando al 35mm, siempre lo llevo cuando los espacios son más abiertos, cuando observo una escena interesante pero quiero fotografiarla pasando más desapercibido, pero sobretodo, me gusta usarlo para retratos en planos generales, planos medios y planos detalles. Una auténtica delicia de focal.
Indochina: una experiencia inolvidable de fotografía documental
Todas las fotografías han sido hechas entre agosto y septiembre de 2017 en los países de Myanmar, Camboya, Laos y Tailandia por Jose Carpin.
¡Muy buen gusto, Felicidades! 🙂
Muchas gracias Dani! Un saludo y gracias por tu bonito comentario. Un saludo!!!!
Maravilloso trabajo, enhorabuena!
Muchas gracias Santi! Un placer que te gustara. Un abrazo
Eres carne de X-photographer. Enhorabuena por este gran trabajo.
jejejeje Ojalá sea cierto y algún día se cumpla lo que comentas… pertenecer al colectivo profesional X-photographer sería un lujo. Un abrazo y muchas gracias por tus palabras. Saludos!!!!
Magnífico trabajo. Enhorabuena y gracias por compartirlo.
Saludos.
Hola Juan! Muchas gracias por tus palabras. Siempre es un placer poder compartir momentos con todos. Un abrazo!
Me ha encantado el reportaje. La exposición, el color, la proximidad a las personas. Enhorabuena!
Parte de la culpa la tiene Fujifilm jejejeje 🙂 Naaa! muchísimas gracias por tus palabras! Un abrazote!
Muy buen relato fotográfico, Jose. Enhorabuena.
Salud
Pues fíjate que lo de escribir… no me veo, aunque tengo que reconocer que me esfuerzo, ya que me apasiona expresar los pensamientos con las palabras. ¿sabes? siempre llevo en los viajes un cuaderno donde anoto y escribo a modo de diario de viajes… luego cuando leo lo escritos en los siguientes meses, las frases me llevan a ese momento en concreto, en un lugar del otro planeta. Lo recomiendo hacer! Es mágico! Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo!
Muchas gracias Dani! Un saludo y gracias por tu bonito comentario. Un saludo
Mi enhorabuena, excelente trabajo. Qué colores sacan estos X-Trans, son la hostia, al menos en fotografía social, que es la fotografía que me interesa. Me importan un pimiento los gusanos, Fuji, ¡no abandones el X-Trans jamás!