Entre "luchar contra las grandes empresas malvadas" y hacerles crecer y crecer poniendo amorosamente la cara (y el culo) hay un mundo.
Lo primero puede ser una causa perdida, sí (o no).
Lo segundo, que es lo más generalizado, un sinsentido.
Por un lado porque las pocas normas que les ponen palos en las ruedas ya se encargan ellos de torearlas con toda la pasta, el asesoramiento y las estrategias necesarias para hacerlo (o les sale tirado pagar una ridícula multa si alguien, la U.E. o quien sea, les pilla haciendo lo que hacen y no han conseguido evitarlo).
Por poner sólo un ejemplo cotidiano de chuleo legal: vete y emplea tu poco tiempo disponible leyéndote 80 páginas de argumentación inflada, antes de pulsar 40 botones "rechazar" y que se te abran por medio las listas de "nuestros 750 colaboradores/socios (¿por qué ninguno se llama "Pilladatos a saco S.A." en vez de "ForyourhappynessSTC254 Ca."?
), con lo fácil, cómodo y sencillo que es "Aceptar todo".
Y por otra parte, está la condición humana: esa extraña borreguez o adocenamiento que nos hace pensar que total, ¿a quién le van a importar mis miserias?. Si toda esta gente, Google, Meta, los chinitos de TikTok y demás ralea, no son grandes empresas malvadas hombre, son bondadosas oenegés que están ahí sólo para hacerme la vida más fácil a cambio de nada y son gigantes que imagino que viven de la fortuna familiar heredada o algo, y no de nada que puedan sacarme a mi, pobrecito, un don nadie más entre 9.000 millones.
Lo que no entiendo es por qué, con ese mismo planteamiento, no dejamos ese coche que pagaremos durante x años religiosamente, en mitad de un barrio chungo, con las puertas abiertas de par en par, las llaves puestas, las tarjetas de débito y crédito bien a la vista, con las contraseñas apuntadas en una hoja, junto a nuestra dirección de casa, la del piso en la playa o la casa del pueblo, las de nuestros pades, hermanos, hijos y amigos, con las llaves de todos,... y 20 pavos para condones y vaselina.
Sigo en ello (intentando comprenderlo).