La Fuji X-E2 ha llegado por fin hasta nuestras manos. El pasado miércoles Fujifilm España nos invitó a la presentación en sus oficinas de las últimas novedades de la serie X , entre las que se encontraban la compacta Fuji XQ1 y la citada Fuji X-E2, la reina de la fiesta en compañía con el Fujinon XF 23mm f/1.4 R.
Ya habíamos hablado en Fujistas de las características de la Fuji X-E2 sobre el papel, las cuales los presentes nos sabíamos casi de carrerilla. Sin embargo, otra cosa bien distinta era tener la ocasión de probar sus características en la calle, paladearla y disfrutarla. Me imagino que serás consciente de que estás leyendo el blog de Fujistas, que el que escribe es alguien convencido de las virtudes de la serie X y que muy mal debería de hacerlo Fujifilm para que la cámara no le gustara. Pero lo cierto es que llegué a las oficinas de Fujifilm con cierto desapasionamiento, poco propio de la presentación de la segunda generación de una línea de cámaras con la que estoy disfrutando mucho de la fotografía.
Al ver y tocar por primera vez la Fuji X-E2 la excitación no era la misma que la que me produjo empuñar por primera vez la Fuji X-Pro1 o la Fuji X-E1. En un primer vistazo resaltaban el alargamiento de la pantalla LCD y las mejoras en los botones de control, pero me resultaba muy «aburridamente» similar a su antecesora en cuanto a cuerpo y construcción. Por supuesto, tenía muchas ganas de encenderla y comprobar la promesa de la gran mejora de la velocidad de autoenfoque pero, a pesar de la actualización del sensor y del procesador, sabía que las diferencias en la resolución de los detalles de la imagen y el rendimiento a altos ISOs no iban a ser muy perceptibles. Tenía la sensación de que lo sustancial no había cambiado, ¿no hubiera sido mejor llamarla Fuji X-E1s?
Esta duda fue disipándose poco a poco con la presentación de la cámara por parte de los responsables de Fujifilm. El bombardeo descriptivo de los avances de la Fuji X-E2 fue incesante durante un cuarto de hora: que si una pantalla más amplia y con el doble de resolución que la X-E1, que si el WiFi, el visor electrónico con más tasa de refresco, el «Optimizador de modulación del objetivo», el enfoque manual por pantalla partida… Una infinidad de mejoras de diferente calibre que cobran más valor si observamos que muchas de ellas (a destacar el nuevo dial de compensación de exposición de hasta +-3EV, un utilísimo botón de función extra «Fn2» y el ISO automático configurable) son peticiones de fujistas en éste y otros foros que han sido escuchadas por Fujifilm e implementadas por sus ingenieros. A mí me parece que salvo la cuestión del nuevo autoenfoque, cada una de las nuevas características por sí sola no desata el «Wow!». Pero si se observan en su conjunto se puede entender el salto generacional de la Fuji X-E2, que podríamos calificar como una revolución en los detalles.
Pero nada vale hablar una y otra vez sobre la cámara. A pesar de que los chicos de Fujifilm nos pusieran en perspectiva con su buen hacer marquetinero, todas estas características ya las sabíamos. Las bondades de la Fuji X-E2 teníamos que probarlas en la práctica y para ello nos dirigimos hacia la Casa Batlló, un icono del modernismo catalán diseñado por Gaudí. Con el Fujinon XF 18-55mm f/2.8-4 R LM OIS acoplado en el cuerpo casi todo el tiempo, empecé a ser consciente de inmediato las armas de la nueva bestia.
El dial de compensación de exposición ampliado es el primero de los pequeños detalles al que di buen uso. Es un placer poder corregir hasta 3 pasos EV en situaciones de contraluz o de amplios contrastes lumínicos para clavar la exposición. Salvo una o dos fotos de prueba, disparé todas las fotos en modo de prioridad a la abertura sin necesidad de cambiar al modo manual. No me da vergüenza reconocer que soy un acomodado a los modos semiautomáticos, y este nuevo dial de compensación de exposición para mí es una bendición.
Buenas sensaciones me transmitió también el disparo en ráfaga de la Fuji X-E2, que alcanza los 7 fotogramas por segundo. Algo que, aunque vaya más allá de mis necesidades reales en este campo, es un avance que nunca está de más. Pero más que la ráfaga en sí me encantó lo que venía después. Generalmente con la Fuji X-E1 al disparar una ráfaga más de un segundo me resigno a «perder la cámara» durante un buen rato, mientras el procesador y la tarjeta SD hacen su trabajo para almacenar muchas decenas de megabytes en formato RAF. Sin embargo, con la Fuji X-E2 la situación ha mejorado muchísimo: a pocos segundos de tirar una generosa ráfaga tenía la cámara otra vez preparada para el combate. Pensé que los de Fujifilm me habían cedido una tarjeta realmente rápida para hacer las pruebas pero, por suerte, guardaba una tarjeta SD de emergencia en la cartera -una Sandisk normalita de escritura a 30 MB/s- y pude comparar el rendimiento de ambas. Iba igual de rápida. Parece que la afirmación de Fuji de que la velocidad de escritura en tarjeta se ha multiplicado por 1,8 -casi el doble- no es nada exagerada. Bien, muy bien.