Jesús, la impresora (una Canon ImagePrograf Pro-300) la compré hará un año, así que no le doy ninguna instrucción al laboratorio
Lo que hago es revelar los raw y después exporto la imagen en tiff a 16bits de profundidad de color y sin cambiar nada la resolución, es decir, a toda la resolución que da la cámara. Esto genera megaficheros, pero ya le dejo yo el esfuerzo de digerirlos al software de impresión (siempre el de Canon y nunca Lightroom u otro programa de revelar).
Habría mucho que hablar sobre los espacios de color y su correspondencia entre cámara e impresora, imprimir en modo percepción, ajustes y calibración del color, etc. Es un pelín complicado los dos primeros días, pero una vez que lo dejas a tu gusto es otro nivel. Es otra forma de sentir la fotografía, es algo especial. Te sientes no solo artista sino artesano, en el sentido de que has hecho todo el proceso: Desde la toma con digital o película hasta que tienes la ampliación como algo físico en las manos.
Eso si, al pasártelo tan bien amplias más cosas que si tuvieras que mandarlo al laboratorio, con lo cual añades más harina al molino del gasto fotográfico