A pesar de ser, en el fondo, un «refrito» de la X-T30 con la pantalla de la X-T4 y tres o cuatro componentes de hardware renovados, parece que Fujifilm consigue de nuevo no dejarnos indiferentes: la X-E4 reclutará una legión de detractores como hizo en su día la X-Pro3, pero también se empiezan a ver muchos enamorados de sus líneas y simplicidad operativa aun con toda la potencia y buen hacer de sus entrañas de la 4ª generación de la Serie X. En mi caso, tenía muchas ganas de ver por fin una pantalla abatible en esta línea y creo que es la mejor que se ha podido incorporar.
Lo fácil es criticar esta Fujifilm X-E4 por traicionar el legado primigenio de su línea al quitar botones, diales y (modo carca ON) atreverse a meterle… ¡una pantalla «selfie»! (OFF). Es fácil y quizá también justo, aunque no sería la primera vez que Fujifilm acaba marcando tendencia -o siguiendo la tendencia adecuada- después de soportar espumarajos de rabia de sus usuarios. A mí me gusta ver evolucionar a las diferentes líneas de cámaras con cambios dentro y fuera, con propuestas valientes. En este caso no sé si veo un cambio que mejorará realmente nuestro flujo de trabajo o más bien la imposición de una neolengua en los nuevos diseños que, más que centrarnos en lo esencial, empobrecerá nuestros recursos fotográficos.